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22-04-2025

Esta peli no la conoces ni tú

 

‘Misteri d’Elx’

(Gudie Lawaetz y Michael Doods, 1978)

 

 

 

La virgen de los anticlericales

Una cinta en plena Transición sobre la única representación teatral que la Iglesia consiente dentro de un templo. Una directora danesa con alma de antropóloga que sedujo antes a la BBC que a TVE. Definitivamente, una concatenación de misterios tan irresolubles como el de la vida misma

La ascensión de los ángeles en el interior de la capilla ilicitana, en un fotograma de la cinta de Gudie Lawaetz y Michael Doods

LUIS MARTÍNEZ (@luis_m_mundo)

Cuenta Manuel Gutiérrez Aragón, cineasta, literato y devoto laico del Misterio de Elche (o Misteri d’Elx), que la mejor manera de hacer visible la imposibilidad de filmar algo es mediante una película. “Si Kant fue capaz de escribir un volumen de mil páginas sobre metafísica para demostrar la imposibilidad de precisamente la metafísica, qué menos que seguir su ejemplo”. Su comentario, que tiene algo de confesión, corre a cuenta de un documental presentado en el más reciente Festival de Málaga, La festa, que, además de ser la película que le ha hecho volver al cine después de tantos años, es un homenaje a lo que bien podría describirse como una pasión no tan secreta: la obra sacro-lírica que todos los 14 y 15 de agosto tiene lugar en la Basílica de Santa María de la ciudad alicantina.

 

Escenas de la representación teatral extraídas del documental de 1978


 

Antes de él, otra cineasta –casi tan misteriosa como el propio Misteri– sintió la misma atracción por lo inconfesable, lo inenarrable o, simplemente, lo insólito. En 1978, Gudie Lawaetz, documentalista de ascendencia danesa e inglesa, y casada con el historiador español Joaquín Romero Maura, filmó en compañía de Michael Doods la película Misteri d’Elx. De alguna forma, una película se refleja en la otra, se miran con algo de curiosidad y bastante asombro, ante el desafío de narrar lo inaudito de la única representación teatral que sobrevive en toda Europa desde que el Concilio de Trento expulsó al muy profano teatro de los sagrados templos. Las dos cintas cuentan lo que rodea a una manifestación artística que transciende el estrecho margen de la religión o la fe para alcanzar lo más profundo no solo de un pueblo y un lugar determinado, sino de, otra vez, el misterio; el misterio de, probablemente, la misma vida. Tal cual.

 

Lawaetz mira lo que sucede en el templo y, en realidad, contempla con un detalle y una precisión inusitada lo que ocurre en la España entera de 1978; un país aferrado a las esperanzas que también son dudas en un tiempo de transición de la dictadura a la democracia. Frente a la televisión, tres generaciones de ilicitanos, todos actores del Misteri, ven las noticias que hablan de una huelga en la Liga de fútbol. “La mayoría de las esposas entienden la pasión de sus maridos”, se escucha para dar fe de que en el Misteri no hay mujeres. Los anuncios huelen a Royal Ambree, “la fragancia que une a todas horas”. Y en el programa (que también es docudrama) Vivir cada día, el periodista Florencio Solchaga anuncia la historia de unos emigrantes que vuelven de Bonn a España ahora que Franco ha muerto. Mientras, la película muestra cómo cada año un personaje del pueblo encarna a caballo la historia de Francesc Cantó, el guardacostas que descubrió en la playa del Tamarit un arca portadora de la imagen de la Virgen de la Asunción junto con el manuscrito original del Misterio de Elche. Ocurrió el 29 de diciembre de 1370. O quizá antes, en 1266.

 

Los propios niños ilicitanos son los que participan en la representación del 14 y 15 de agosto


 

La película de Lawaetz se demora antes de rodar lo que, en efecto, se antoja imposible de rodar. Quiere que el misterio del Misterio aparezca poco a poco en el rostro de la gente, en la geografía detallada de una España que ya no existe y que, sin embargo, sigue ahí, intacta. A su modo, la película avanza casi sonámbula como la propia representación sacra en la basílica, ajena a lo extraordinario e inescrutable de su esencia más íntima. El documental discurre a partes iguales tan atento a lo que ocurre en el espacio de la representación del templo como asombrado por todo lo que le rodea, sea en el ruido de la calle, en el fragor de la fiesta o incluso en el campo de fútbol descomunal de la ciudad donde el equipo local se las ve con el Barcelona. A la cinta le importa lo de fuera para hacerse grande en la meticulosa descripción de lo de dentro, un sentimiento que desde el siglo XV se antoja inalterado.

 

Ángeles, arpas y lluvia de oro

Para situarnos, el Misteri cuenta lo mismo que narra el cuadro de Mantegna La transición de la Virgen, pero va un poco más allá. Lo que se representa es, en sentido riguroso y en tres actos, la Dormición (que no muerte), Asunción y Coronación de la Virgen María, la que descubrió Cantó a caballo con la partitura hallada a su lado. Y eso se hace hasta en tres lenguas (castellano, valenciano y latín) y en un derroche de músicas y voces que van del medievo al barroco, pasando por el renacimiento hasta llegar a la misma modernidad. Y todo ello con una escenografía de niños varones que simulan ser vírgenes, esferas doradas que descienden del cielo colgadas de sogas imponentes, ángeles con arpas, lluvias de oro, muñecas que representan almas y apóstoles que combaten la incomprensión de los judíos.

 

Una escena de la procesión por las calles de Elche, en el documental de Lawaetz y Doods

 

La Virgen se muere y convoca a los apóstoles. Los discípulos de Cristo acuden a la llamada para ver cómo el alma de la madre de Dios sube al cielo abrazada por los ángeles. El alma vuelve a descender para unirse a la Virgen. Y, por fin, tras un tumulto, un milagro y el retraso de Santo Tomás, la Virgen es coronada. Y vuelve al cielo mismo de la basílica que se abre, se cierra y se vuelve a abrir y cerrar. Fascinante, extraño, inexplicable y pleno. Los actores, que también son cantantes, son los mismos que antes de salir al escenario de la basílica como los personajes bíblicos que simulan ser son ellos mismos: ciudadanos perplejos en un tiempo de perplejidad. El misterio de un Misterio en el más misterioso de los tiempos vividos por la España reciente cobra vida en una película inaudita. Y misteriosa hasta la extenuación.

 

Una panorámica general de la basílica de Santa María

 

Cuenta la voz en off que Elche es ciudad anticlerical; que en la Guerra Civil buena parte de las iglesias, incluida la propia basílica, fue incendiada por su gente, por la misma gente devota de la Virgen; que durante años fue considerada reducto anarquista; que en la incipiente democracia los votos van en su mayor parte a comunistas y socialistas… Pero el Misteri, entre tanta furia luego furiosamente reprimida durante la dictadura, siempre se mantuvo a salvo. Muchos de los que participan en la representación, insiste el texto de Lawaetz, no pisan la Iglesia fuera del tiempo del Misteri. “Y esa es la verdadera e irreductible incógnita, el verdadero misterio de Elche”, comenta el narrador en un nuevo esfuerzo, el enésimo, por entender quizá lo ininteligible. La Virgen de los anticlericales.

 

Gudie Lawaetz, retratada por Paco Uclés en 1991 y recopilada por el portal elche.me

Una página de 1988 en el diario 'Información' sobre el documental y su directora (elche.me)

 

La película de Lawaetz se convirtió en prueba de cargo fundamental para que el Misteri d’Elx fuera declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 2001. Su emisión en la BBC asombró al mundo antes incluso de hacer lo mismo aquí, en España, cuando se difundió en la televisión pública en agosto de 1980. Contemplada desde ahora mismo es mucho más que una película testimonio que convierte la mirada antropológica en lugar para el asombro. Como las fotos de Cristina García Rodero, el documental de 1978 descubre una España oculta que, pese a todo, se antoja aún a la vista. Eso, a la vez que descubre la claridad dura, inmutable y perfecta del mismo misterio, del Misteri d’Elx y del misterio de todos los misterios del mundo.

 

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