Mojarse o no mojarse
Parece una pauta general. Al comenzar a usar las redes sociales muchos pecaban de ingenuos, pero con el tiempo (y tras alguna experiencia desagradable o comprobar las reacciones airadas que provocan determinados asuntos más sensibles) han optado por ser más prudentes, especialmente en cuestiones ideológicas. “No estoy en Twitter para expresar mis opiniones políticas, sino para intentar tomarme el mundo con humor y positivismo. Prefiero no darle más importancia de la que tiene, es solo una red social”, resume también Silvia.
“Al principio sí escribía más opiniones personales sobre la actualidad, pero no me terminaba de encajar la mezcla entre verter una opinión política y al mismo tiempo hacer un retuit de algo que estoy haciendo en televisión. Por eso decidí convertir mis redes en un punto de encuentro e información para aquellos a los que les interese mi trabajo, no mis opiniones”, corrobora Sergio Mur.
“Soy consciente de la situación que vivimos, no estoy dentro de una burbuja y la sufro también en mis carnes, pero si pongo un tuit sobre política, intento que sea un mensaje generalizado, sin atacar a una persona directamente. Cuando me han preguntado, no me callo, pero no señalo con el dedo porque no creo que sea el lugar para ello, aunque haya gente que me llame cobarde”, dice Elena. En el caso de Víctor Sevilla, confiesa que ha sido menos cauto: “Intento ser libre y visceral, y alguna vez sí me he manifestado sobre la huelga general o la abdicación del rey y me han caído palos por todos lados. La gente enseguida se atreve a juzgarte, me llamaron niñato… Pero si en el futuro me nace volver a opinar sobre esto o lo otro, lo haré”.
Es el peligro de unas redes donde, en muchas ocasiones, a las personalidades públicas no solo les siguen sus fans, sino también detractores siempre dispuestos a buscar los tres pies al gato a cualquier tuit mínimamente tergiversable. Es este, quizás, uno de los miedos principales de quienes aún se resisten a abrir esta puerta. “Yo era reticente hasta que un día Dafne Fernández nos convenció a Adriana Torrebejano y a mí”, reconoce Silvia Alonso. Muchos hablan de este 'efecto contagio' y explican que se unieron a las redes porque otros compañeros las usaban y parecían divertirse en ellas. Ricardo Gómez, por ejemplo, reconoce que 'contagió' a Pablo Rivero, a Imanol Arias, a Verónica Echegui... En el caso de Elena Furiase, fue su madre, Lolita Flores, quien le recomendó que se hiciera una cuenta de Twitter allá por 2011. Curiosamente, ahora Elena tiene más seguidores que su madre.
“Antes era contrario a las redes sociales, pero porque temía lo que finalmente ha pasado: que me he enganchado. Pensaba que eran un pérdida de tiempo y me daba coraje quedar con alguien y que no despegara la vista del teléfono”, me confiesa Jose Sospedra. Pero Sospedra también cayó cuando arrancó la tercera temporada de Tierra de lobos, en la que participaba, básicamente porque quería conocer de primera mano la opinión de los espectadores sobre la serie. Ahora tiene casi 5.000 seguidores en Twitter (@jose_sospedra) y se está iniciando en la adicción a Instagram.
Y es que todos destacan la poderosa herramienta que han encontrado en las redes sociales para obtener una retroalimentación directa y sin intermediarios sobre la recepción que genera su trabajo. ¿Gusta o no gusta una nueva serie? ¿Qué tal se recibe este u otro capítulo? “Fui el primero de todo el equipo de Cuéntame en hacerme Twitter. Lo tuve antes que la propia serie, comentaba los capítulos cuando se emitían y me inventaba yo mismo los hashtags”, recuerda Ricardo. Ahora todas las series tienen su cuenta en las redes y ponen en circulación sus propios hashtags (palabras clave precedidas de una almohadilla para etiquetar los comentarios).