Vicky Luengo
“Ver una serie en un solo día va en contra de cómo su autor dosifica la información”
Teatro. Películas y tele. Muchos estrenos en plataformas tras el terremoto sanitario. Este 2020 delirante está siendo muy provechoso para una mujer que ha llegado a los 30 con el mejor cumpleaños de su vida
LUIS M. ROJAS NAVAS (@luismirrojas)
Reportaje gráfico de Enrique Cidoncha (@enriquecidoncha)
Como una perra en un descampado, Hogar, Madres, Antidisturbios, Chavalas, El sustituto. Este año aciago ha mimado en lo profesional a Vicky Luengo (Palma de Mallorca, 1990), y todo apunta a que esa buena racha se alargará. Ya señala en su agenda el comienzo de la gira de la obra Principiantes, donde actuará bajo la dirección de Andrés Lima.
Aunque la vemos con frecuencia en la pantalla, pequeña y grande, el teatro es una necesidad para su alma. No recuerda haber deseado dedicarse a otra cosa en la vida, y la interpretación le ha dejado claro dónde quería estar. A los 11 años se apuntó a teatro musical. Y aquella muchacha estrenaba las semanas con ansias de que llegase el sábado. Comprobó que era esa su verdadera motivación, y a pesar de los vaivenes, permanece firme en ese lugar en el que siente el hormigueo de la felicidad.
–¿Ha sido largo el camino hasta aquí?
– Sí, me ha costado mucho. Esta profesión es complicada, resulta difícil mantenerse e incluso llegar a trabajar, ya que muchas veces no tiene que ver con el talento, se miran otras cosas. Sin embargo, como llevo haciendo esto desde niña, nunca he dejado de conectar con la felicidad que me aporta. Pese a haberme enfrentado a menudo a negativas, quiero quedarme aquí.
– ¿Cuándo se sintió actriz de verdad?
– Es algo a lo que sí le pongo fecha siempre. A los 21 años actué en el Teatre Nacional de Catalunya con Una historia catalana, de Jordi Casanovas. Cuando salí a saludar y vi a mi madre en la platea pensé que lo había conseguido.
– Hogar, Madres, Antidisturbios… A pesar de todo, 2020 ha sido su año.
– A nivel profesional, sí; en la vida diaria me está pareciendo un delirio, sobre todo por lo que se está sufriendo. Pero estoy muy contenta con el trabajo este año. Lo empecé con el estreno de la obra Como una perra en un descampado, de Claudia Cedó, y justo antes del confinamiento nos lanzamos al rodaje de Chavalas, una película de Carol Rodríguez. Durante la cuarentena se estrenaron Madre y Hogar. Incluso tuve sentimientos encontrados por estar en tantos proyectos en un momento así. Me hace especial ilusión Antidisturbios, siento verdadero orgullo por formar parte de la serie.
– Muchas de esas producciones se están ofreciendo en plataformas digitales. ¿Le ve alguna pega a esta forma de consumo audiovisual?
– Varias veces me lo he planteado. El creador elige cierto formato para contar una historia por alguna razón. A mí me da pena que consumamos el producto de una manera para la que no ha sido concebido. Yo misma he visto alguna serie en un día, y eso juega en detrimento de cómo el autor ha querido dosificar la información. Por verla así puede que no haya logrado su objetivo. Pero también creo que las plataformas son lugares maravillosos que nos permiten tener la cultura a mano, así que no puedo poner más peros que ese.
– ¿Cuáles fueron sus bálsamos culturales durante el confinamiento?
– Aunque he visto pelis, realmente mi mayor bálsamo han sido los libros. Me encanta leer. Me lo pasé genial con los Cuentos completos de Lydia Davis, y también leí La ciudad solitaria, de Olivia Laing, o De qué hablamos cuando hablamos de amor, de Raymond Carver. ¡He leído mucho!
– Cumplió la treintena en plena cuarentena. ¿Cómo lo celebró?
– Fue el mejor cumpleaños de mi vida. Descubrí que tengo amigos de 10. Me sentí muy querida, muy especial y muy orgullosa de haber construido la red afectiva que tengo hoy. Además, estaba confinada con Toni, mi amigo desde el colegio, y parecía que tenía que llegar a los 30 años con la persona con la que casi empecé la vida.
– ¿Cómo encaja las malas críticas a proyectos en los que usted aparece?
– Intento no fiarme cuando lo que recibo es muy bueno o muy malo. Aquí hay mucha subjetividad de por medio, la cultura mueve a cada cual de una manera muy distinta. A cada espectador le gusta un tipo de cine, un director y hasta un actor concreto, así que procuro no llevarme las críticas a lo personal. Si leo a un crítico experto que no da una opinión demasiado buena, reconozco que me da bajón, claro que sí, pero eso me pasa por pensar que cierto proyecto iba a gustar más. Al menos son críticas constructivas: cuando son malas me duelen y cuando son buenas me alegran. Aunque no le doy al asunto más importancia de la que tiene. De lo que no hago mucho caso es de la crítica de Twitter.
– En alguna ocasión ha dicho que busca guiones que le muevan por dentro. ¿Tiene mucha oportunidad de elegir?
– No, para nada. Mucha suerte tienes en esta carrera si desde el primer momento decides. Digo eso de los guiones pensando en que aquellos trabajos que me han petado la cabeza y donde he sido más feliz coinciden con textos que han provocado algo en mí al leerlos. Se habla muy poco de los guionistas, y sin un buen guion no hay nada. Da igual que tengas un equipo brutal, que los actores sean lo mejor del mundo, porque si no hay un buen texto, no importa lo que hagas, que no funcionará. Me gustan las propuestas que cambian algo de mí, que me hacen reír, que me hacen dudar. ¿Que a veces he tenido que hacer cosas en las que eso no ocurría? Pues ese es nuestro día a día. También en esos casos lo doy todo de mí y me dejo la piel, aunque a priori no me hayan fascinado.
– Precisamente a los guionistas y directores les consulta cómo entienden ellos al personaje, ¿no es así?
– Como para mí el guion es lo básico, lo primero que me interesa cuando me embarco en un proyecto es descubrir qué quieren contar con mi personaje. Necesito saber qué motivaciones tiene y qué hay detrás de lo que han escrito. Hablar mucho con los creadores y me empapo de su perspectiva. Cualquier proyecto solo funciona si vas a favor de obra, no a favor de ti mismo. Yo puedo hacer un trabajo genial como actriz, pero si no estoy proyectando lo que quiere contar la historia, el resultado va a ser un fiasco. También yo aporto mi visión, obviamente, pero este es sobre todo un trabajo de creación en equipo.
– Antidisturbios aborda de lleno la actualidad. En este tiempo de polarización, ¿qué historias necesita la sociedad?
– A mí la noción de ser necesario me aleja un poco. Necesarias hay poquísimas cosas. Como dije antes, esto es muy subjetivo, cada alma se nutre de cosas distintas. A mí me gustarían más historias sobre la inmediatez, sobre este modo de vida que nos aleja de una conciencia colectiva, sobre mujeres con entidad que no dependen de personajes masculinos. Proyectos que aborden tabús como la muerte perinatal o que retraten la gestión emocional. Quiero ver cosas que desnuden al ser humano en sentido metafórico.
– ¿Se para delante del espejo para decirse cosas bonitas a diario?
– Lo intento. Hay veces que la cosa se complica porque tenemos días peores que otros, pero procuro hablarme con amor, lo hago como si le hablara a una amiga a la que quiero mucho. Es importante cuidarse un poco.