La semana del 27 de junio al 1 de julio, durante 30 horas lectivas, los alumnos de este curso eminentemente práctico comprobaron cómo la elección de un tipo de plano u otro afecta al físico de los actores en la pantalla o a la propia acción de la secuencia.
“Los actores necesitan verse para tomar conciencia de cuál es su presencia ante la cámara, que siempre es mejor de lo que adivinan. El resultado en cámara es mejor que la sensación que ellos tienen sobre la secuencia grabada”, insiste en señalar Rodríguez Rosell. Sobre su evolución y la de sus compañeros a lo largo de los días, el veterano actor Xavier Capdet, uno de los participantes en este taller, anota: “He notado cambios de actitud, cambios de seguridad”.
También se pronuncian los alumnos sobre la importancia de la formación brindada por la Fundación AISGE en colaboración con Netflix. “Hace falta que todos los actores que no son primeras figuras, aquellos que no están en primera línea ni trabajan habitualmente, tengan espacio para entrenar”, reflexiona Pepa Francés. Ello permite que los artistas recuperen la confianza en sí mismos después de la falta de práctica, en palabras de Capdet. De acuerdo con ellos se muestra la profesora al afirmar que “el cine es una profesión muy difícil, y precisamente la parte actoral es quizá la más difícil de todas”. Pero cualquier oportunidad es buena para ir en busca de esa ilusión primigenia por el oficio.