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Alauda Ruiz de Azúa, cineasta de los detalles
MIGUEL ÁNGEL OESTE
Uno. Hace apenas un par de semanas Alauda Ruiz de Azúa estrenó en Netflix su segunda película, Eres tú, una comedia romántica con toque fantástico escrita por Cristóbal Garrido y Adolfo Valor, que se separa de su “deslumbrante debut”, como ya señaló Javier Ocaña, pero con la que demuestra que es una directora que sabe mirar (y hacerlo con propósito y energía) con independencia de que sea un proyecto personal o un encargo. Con este pretexto le hemos pedido que nos revele las películas que de un modo u otro le han marcado como persona y también a la hora de convertirse en la cineasta que es. Una conjunción de buenas películas que no tienen la intención de ser las mejores, pero que sí juegan un papel sentimental y formativo. “Muchas son pelis de mi juventud cinéfila, claro, pero la formación o la sensación de formarse tiene mucho que ver con esos años”, nos cuenta la propia Alauda.
Dos. Y es que contemplando la selección de títulos que hace la directora de Cinco lobitos (esa delicada y sensible historia sobre convertirse en madre y en hija de una madre enferma a la vez. Laia Costa, Susi Sánchez, Ramón Barea y Mikel Bustamante protagonizan en estado de gracia la película, que se pregunta cuánto tiene la familia de refugio y cuánto de presidio) se entiende esa capacidad de Alauda Ruiz de Azúa para atrapar los detalles y narrar sus historias con estilo, hondura y sentimiento. Algo que hace en su ópera prima, pero que también se advierte en este “llamativo giro” (tomo de nuevo las palabras prestadas de Javier Ocaña, de su atinada reseña en El País) que emprende en Eres tú.
Tres. El amor o el enamoramiento tiene en su ADN esa cadena inexplicable y química de la atracción entre dos personas, esa gracia que estalla o no, ese pequeño reactor nuclear que hace que las fuerzas creen las emociones o se queden en un simple intento. Eres tú tiene esa gracia, late con los códigos de la comedia romántica para reflexionar sobre el propio género y sobre lo que se busca en el presente cuando se conoce, o se cree conocer el futuro a través de un toque fantástico arraigado en la esencia del primer beso (y hasta aquí se puede contar para no revelar nada). Alauda Ruiz de Azúa consigue en esta deliciosa película, en la que suena de Carla Bruni a Mari Trini, una historia romántica que se arma desde la sensibilidad y los detalles, desde la certeza de que el oficio y contar bien una historia es convertirla en hogar, en un casete grabado con canciones románticas para esa chica/o que idealizamos y que siempre buscaremos. Narrada con esa agilidad y dinamismo anglosajón de la directora, Eres tú es la historia de Javier (Álvaro Cervantes), un pequeño editor en crisis que quiere ser fiel a sus principios, que cree que “la literatura no se consume” y se afana en buscar un éxito sin quebrar ese ideal con el que creó su editorial. Es un viaje que se construye y se deconstruye por los tópicos de las comedias románticas, al tiempo que habla de amistad, amor, inseguridad de los autores y cierta parodia del mundo editorial (memorable Pilar Castro, ¿por qué a esta actriz no le ofrecen más papeles?), que se ve como ese niño que por primera vez tiene un globo en sus manos y juega con él. O quizás como ese primer beso a esa persona que de chavea pensamos eterna y a la que cualquier canción o película remitirá a ella.
Cuatro. Que Cría cuervos (Carlos Saura, 1976) sea la primera elección de la directora no debería sorprendernos demasiado. Saura consiguió un film tan magnético como inquietante sobre la infancia. “Esta película para mí es el descubrimiento del misterio. Cómo el cine puede generar algo invisible, hipnótico, poderoso… que no vemos. Recuerdo verla de muy niña, no entender seguramente ni la mitad de la película, pero aun así querer entenderla. Y luego, de más mayor, descubrir la sensibilidad e inteligencia con la que estaba planteada, rodada… y aunque entendiera muchas más cosas, descubrir que el misterio, la poesía, pervivía”, explica Ruiz de Azúa.
Cinco. La siguiente elección es Cosas que nunca te dije (Isabel Coixet, 1996), una historia que le abrió los ojos y le hizo entender que se podía hacer un cine indie, cosmopolita y generacional. “Y como consecuencia de ese espíritu indie, aprendí que el amor se puede contar desde muchos sitios”, nos confiesa. Elemento también perceptible en su cine desde este segundo largometraje de Coixet, que fue la obra con la que nos enamoramos de la directora de Mi vida sin mí. Como se entiende la elección de ese retrato de la incomunicación y el amor que plantea Cesc Gay con En la ciudad (2003), que en palabras de Alauda representa “una película sobre encuentros y desencuentros, sobre lo extraño de las relaciones humanas en el mundo cotidiano”. Y añade: “Recuerdo disfrutar enormemente de lo que no se dice y de su aparente ligereza. Se podían no decir cosas, se podía ser ligero y profundo a la vez”.
Seis. Y si Cinco lobitos pone el acento en la relación de pareja, en el juego de espejos de ser madre e hija, en lo que se dice y en lo que se calla, lo hace con un sentimiento que emociona. De ahí tal vez llega la elección de Todo sobre mi madre (Pedro Almodóvar, 1999), sobre la que comenta: “Pura emoción y libertad narrativa. Siempre me emociona cómo consigue que queramos a todos los personajes de esta película. Los conflictos son de una grandísima intensidad y sin embargo, para mí es una obra luminosa, de reencontrarse con las ganas de seguir adelante, incluso en el momento más dramático de tu vida”.
Siete. También se percibe esa absorción naturalista que despliega Adolfo Aristarain en Martín (Hache) (1997). La cineasta tuvo que verla varias veces seguidas “para apreciar el manejo vertiginoso y encantador del diálogo, que me hizo querer escribir escenas así algún día. El trabajo de los actores me hipnotizó. Recuerdo pasar horas pensando: ¿Cómo se hace eso?”. Mientras que en Loreak (Jon Garaño y José María Goenaga, 2014) también vemos otro de los rasgos identitarios de su cine, como el peso de los detalles y un gusto por la sencillez no exenta de profundidad. Como Alauda señala: “Me inspiró mucho su valentía al haber apostado por la sencillez y por un viaje emocional tan delicado. Una narrativa construida con detalles, pero no por ello menos poderosa”.
Ocho. Y es que las películas que uno absorbe de joven son las que de un modo u otro termina queriendo reproducir desde la propia mirada. Y de eso Alauda Ruiz de Azúa sabe mucho y los espectadores ya esperamos con ilusión su siguiente entrega.
Licenciado en Historia y Comunicación, Miguel Ángel Oeste (Málaga, 1972) es autor de las novelas Bobby Logan (Zut, 2011), Far Leys (Zut, 2014), Arena (Tusquets Editores, 2020), que obtuvo el Premio Memorial Silverio Cañada en 2021, y Vengo de ese miedo (Tusquets Editores, 2022, premio Finestres de narrativa en 2023). También le asiste experiencia en el ámbito de la literatura infantil y juvenil con los títulos Carlota quiere leer (Anaya, 2020) y Sofía, la hormiga sin antenas (Anaya, 2022). Forma parte del Comité de Dirección de cine del Festival de Málaga y es director de la Semana de Cine de Melilla.