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#VozEnOn


 

 Carla Subirana, la cineasta que observa
(De muertes, esperas y simbolismos marinos)

   

MIGUEL ÁNGEL OESTE

     

            

Ilustración: Luis Frutos

Uno. Dentro de un par de días se estrena la nueva película de Carla Subirana, Sica, una pequeña joya a la que deberían dar una oportunidad en una sociedad con tanto ruido y uniformidad. La película estuvo en la sección Generation de la Berlinale y también en la sección oficial del Festival de cine de Málaga. Se trata de la primera ficción de Subirana, aunque su manera única de mirar es tan porosa, entre la ficción y el documental, que no le hacemos justicia al poner a su cine etiquetas que en su narrativa vuelan libres.

 

Dos. Carla Subirana, cineasta atenta a los detalles, que sabe mirar el silencio y aquello que no se ve, debutó con Nadar, un emocionante documental de memoria personal que reconstruye la vida de la abuela de la directora, aquejada de alzhéimer; y cómo, durante el largo proceso de la película, su propia madre es diagnosticada de la misma enfermedad. Ya en esta delicada pieza los elementos propios de la ficción se filtraban en el documental como el agua que se cuela por cualquier resquicio. A este seguiría Volar, segundo largometraje documental de la directora, con una clara tendencia observacional: por primera vez en el cine español, una cineasta se metía en una escuela militar para retratar un año en una promoción de cadetes de aviación que se forman en la Academia del Aire de San Javier, en Murcia. La autora volvía a demostrar con esta historia su capacidad para atrapar imágenes formidables, al tiempo que reflejaba una madurez notable a la hora de plasmar el día a día por medio de un tempo narrativo muy conseguido. Luego llegaría la película colectiva Kanibambo, pero sin duda alguna con Sica logra de una manera más orgánica una sensibilidad para captar deseos, obsesiones, ausencias y una atmósfera a partir de un naufragio y la espera de esa adolescente, Sica, que aguarda a que el mar devuelva el cadáver de su padre.

 

Tres. Thais García Blanco da vida a Sica, esa joven obsesionada con que el mar devuelva el cuerpo de su padre tras un naufragio. A la vez apremia a su madre (Núria Prims) para que participe de su búsqueda. Las rocas, el viento, los sonidos marinos... son personajes que envuelven la historia. La revelación de la madre respecto al padre y la hostilidad vecinal marcarán el tránsito de la joven de la infancia a la adolescencia. Rodada en la coruñesa Costa da Morte, el paisaje adopta una dimensión real y simbólica. Como explica Subirana: “La Naturaleza es la otra protagonista en Sica. El viento, el mar, las olas… nos dejan ver su propio estado de ánimo, con el temperamento único que tiene el océano en esta costa. Los personajes se muestran pequeños frente a su inmensidad, y temerosos ante la llegada del huracán Ofelia, que al mismo tiempo es el único capaz de devolver la armonía a la vida de Sica. Como dice Suso el Cazatormentas, Ofelia es la madre de todas las tormentas, pero solo nos está avisando: después de ella vendrán más, y distintas a las de antes. Sica es un grito de auxilio ante la crisis climática".

 

Cuatro. Muchos barcos naufragan dejando marineros desaparecidos en la Costa da Morte. En esa exploración que es la película de Carla Subirana, la hija de uno de esos náufragos no deja de esperar que el mar devuelva los cadáveres, al tiempo que observa con ojos inocentes cómo la vida cambia a su alrededor. Mientras a ella le está costando aceptar su nueva realidad, Leda, su mejor amiga e hija de otro marinero desaparecido, madura de golpe. En su búsqueda por la costa conoce a Suso, un chico que parece entender el tiempo y está obsesionado con las tormentas. La similitud en las imágenes del fondo marino y el paisaje con las oscilaciones de los personajes principales guían a Sica hacia su madurez, y también el personaje de Suso en su obsesión por las tormentas, lo que le sirve a la cineasta para crear imágenes que parecen en ósmosis con la naturaleza y los vaivenes de los intérpretes.

 

Cinco. Sensible y expresiva, a la cineasta le interesa el proceso de búsqueda del padre mediante los sonidos y la naturaleza. Un reflejo que funciona como unión emocional con el mar, que es cara y cruz de la vida de la protagonista. Para continuar, en la segunda parte de la película, con el proceso de sanación después de la pérdida, de recuperación de lo vital, de asunción de un futuro donde la realidad ya no duele y la memoria cura, por medio de una narración que se asemeja al estado del mar, que fluye y atrae.

 

Seis. Sica resulta hipnótica, como esa naturaleza bella y cruel que Carla Subirana filma e integra de un modo evocador, sugerente, sabiendo dosificar lo que se muestra y lo que se oculta, junto con una fotografía y una banda sonora hermosas que nos advierten a un tiempo del cambio climático y nos zarandean con el movimiento hipnótico del mar.

 

           

           

                   
                   

Licenciado en Historia y Comunicación, Miguel Ángel Oeste (Málaga, 1972) es autor de las novelas Bobby Logan (Zut, 2011), Far Leys (Zut, 2014), Arena (Tusquets Editores, 2020), que obtuvo el Premio Memorial Silverio Cañada en 2021, y Vengo de ese miedo (Tusquets Editores, 2022, premio Finestres de narrativa en 2023). También le asiste experiencia en el ámbito de la literatura infantil y juvenil con los títulos Carlota quiere leer (Anaya, 2020) y Sofía, la hormiga sin antenas   (Anaya, 2022). Forma parte del Comité de Dirección de cine del  Festival  de Málaga y es director de la Semana de Cine de Melilla.                         

            
               
                                
 

   

       

       

       

       
       

       

       

       

       

       
       

       

       

       

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