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#VozEnOn


 

 Memoria de vida y cine

   

MIGUEL ÁNGEL OESTE

     

            

Ilustración: Luis Frutos

Uno. El pasado 24 de septiembre, en la sección Made In Spain del Festival de San Sebastián, se estrenó La memoria del cine: una película sobre Fernando Méndez-Leite, dirigida por Moisés Salama, en la que tuve la suerte de colaborar y que llegará a los cines el 10 de noviembre distribuida por Acontracorriente. Fernando Méndez-Leite es el actual presidente de la Academia de Cine, pero ese no es el caso ni el propósito de un documental que se fraguó a fuego lento, con mimo y devoción durante años por el director y las personas que han participado en él, desde el productor Félix Tusell a su director de fotografía, Pau Esteve Birba (Goya por Caníbal), y a todas y cada una de las personas delante y detrás de las cámaras que contribuyeron a esta carta de amor al cine y a la vida.

 

Dos. “Creo que lo que hace especial a Fernando –más allá de lo que pretendíamos con el proyecto, recorrer con él una vida que es un homenaje al cine y a una generación que vivía la cultura de una forma que hoy día está desapareciendo– es su dimensión humana”, explica Salama, visiblemente emocionado. Y eso mismo ya se capta en la primera secuencia con el montaje que alude a Fresas salvajes (Ingmar Bergman, 1957) y a Victor Sjöström recordando su vida.

 

Tres. Además de plasmar la memoria de Fernando Méndez-Leite y una vida que sorprenderá a muchos, la película se pregunta: ¿cómo narrar la vida de una persona? Sus hechos, tal vez transformados por el paso de los años, la intervención inexorable de la memoria y la dificultad de hacer aflorar la verdad. ¿Cuál es el grado de ficción de cualquier biografía? ¿La combinación entre Historia y la inevitable intervención de cada individuo en ella? El diario visible e invisible que cada persona deja en su pequeña historia que acompaña los éxitos y fracasos íntimos y públicos.

 

Cuatro. Moisés Salama destaca la ausencia de vanidad del actual presidente de la Academia de Cine, "pero también su cercanía, desde los problemas de su peculiar infancia a las dificultades para rodar más películas o ese humor para abordar lo que nos pesa cotidianamente”. Porque otra cosa que uno descubre, después de escuchar los numerosos testimonios de familiares y amigos –desde José Sacristán a Ana Belén–, es que, además de valorar su inmenso conocimiento y su increíble memoria, lo quieren principalmente por su calidad humana, por esas virtudes, hoy tan escasas, de no hablar mal de nadie, de escuchar, de hacer sentir importante al otro cuando conversas con él.

 

Cinco. El reto, claro, era contar una biografía intensa y apasionante como si fuera una película de las que Méndez-Leite ama. Narrar los secretos de cualquier vida contados por él mismo. A la vez, una lección sobre las posibilidades a la hora de explorar el cine, la memoria, la historia, la política y los cambios sociales que jalonan su existencia. Una vida que funciona como retrato de toda una época, de una forma de vivir y entender la vida que gradualmente está desapareciendo. A la vez, se habla de un hombre que desde una infancia lejos de sus padres, buscará refugio en lo que será la gran pasión de su vida: el cine. “Yo viví toda mi infancia rodeado de mujeres y en un mundo muy femenino. Y, efectivamente, eso hace que ya desde pequeño yo no tenga, digamos, las aficiones y los gustos comunes a los chicos de mi edad. O sea, mis aficiones me las invento yo, porque soy un niño muy solitario…”, revela Méndez-Leite en el documental.

 

Seis. Uno de los espacios mágicos de la película es el sótano de su casa. Es un lugar donde habita su memoria y sus diferentes yoes. Miles de DVD, miles de afiches, recortes de periódicos, fichas de películas, revistas, cuadernos, artículos, guiones, fotos y más cosas rebosan las paredes, las estanterías y todos los rincones de ese lugar donde está resumida de alguna manera su vida, su mundo, sus recuerdos.

 

 

Siete. Un recorrido biográfico que refleja un modo de ser y estar en el mundo tan distinto al contemporáneo que impregna de más valor las imágenes. Al preguntarle al protagonista cómo ve la película comenta: “Veo La memoria del cine no tanto como un documental sobre mí, sino como un retrato de una generación aficionada al cine desde la infancia, que se formó y se educó en las películas que veíamos en los cines cuando éramos pequeños y adolescentes. Y a través de las películas llegábamos a otras manifestaciones de la cultura como la Historia, la pintura, la música, la literatura, y también como una aproximación a los misterios de la vida”.

 

 

Ocho. Desde su infancia lejos de sus padres a su paso por un internado, el ingreso en el Colegio del Pilar, sus estudios de Derecho en la Complutense en los años sesenta (donde participa activamente en asambleas, sindicatos y en toda la convulsa etapa de luchas estudiantiles antifranquistas), a ser uno de los protagonistas de la Escuela de Cine que entabla amistad con José Luis Cuerda, José Luis Borau, Mario Camus y muchos más, y luego empieza a dirigir La noche del cine español, por donde pasa y entrevista a toda la industria del cine patrio, y en 1980 dirige El hombre de moda, muy influenciado por el cine francés y escribe varios libros, y da clases de cine en la Universidad, ejerce de crítico cinematográfico y recibe de Javier Solana el encargo de ser el director del ICAA, en donde realiza una gestión brillante con medidas de protección del cine español y catalán, creando la Academia y comprando el cine Doré para la Filmoteca, entre otras medidas, y más tarde es el director de la ECAM, lo que le permite conocer, tutelar y conectar con las que serán las nuevas generaciones del cine español: Paco Plaza, Raúl Arévalo, Fernando Franco, Rodrigo Sorogoyen, Fernando González Molina, etcétera, y dirige La Regenta y diversas obras de teatro y documentales y muchas más actividades, porque la vida de Fernando Méndez-Leite da para muchas películas.

 

Nueve. Pero sin duda alguna la película de Moisés Salama, La memoria del cine: una película sobre Fernando Méndez-Leite, no es un biopic al uso, como la vida de Fernando no es una vida al uso. Es la historia del paso del tiempo y de los meandros de la memoria. Tal vez porque no todas las vidas merecen ser contadas. Solo algunas. Y la de Fernando Méndez-Leite es una de ellas.

 

           

           

          

Licenciado en Historia y Comunicación, Miguel Ángel Oeste (Málaga, 1972) es autor de las novelas Bobby Logan (Zut, 2011), Far Leys (Zut, 2014), Arena (Tusquets Editores, 2020), que obtuvo el Premio Memorial Silverio Cañada en 2021, y Vengo de ese miedo (Tusquets Editores, 2022, premio Finestres de narrativa en 2023). También le asiste experiencia en el ámbito de la literatura infantil y juvenil con los títulos Carlota quiere leer (Anaya, 2020) y Sofía, la hormiga sin antenas   (Anaya, 2022). Forma parte del Comité de Dirección de cine del  Festival  de Málaga y es director de la Semana de Cine de Melilla.                         

            
               
                                
 

   

       

       

       

       
       

       

       

       

       

       
    

       

       

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