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#VozEnOn


 

 Simplemente, Laia Costa

   

MIGUEL ÁNGEL OESTE

     

            

Ilustración: Luis Frutos


Uno. Para algunos Laia Costa llegó tarde al mundo del cine. Como si la edad tuviera algo que ver en la creación interpretativa o en cualquier expresión artística. Como si las películas o los libros o las canciones tuvieran edad. Al menos las buenas, las atemporales, no las tienen. Tampoco el talento, el magnetismo natural de cualquier actor o actriz que compone personajes, historias, crea emociones y sentimientos para que los espectadores se reconozcan, o, simplemente, se evadan un par de horas. Aunque también, no lo olvidemos, hay mucha tiranía en el mundo del cine, sobre todo para las mujeres. Pero hoy no venimos a hablar de eso, hoy estamos aquí porque Laia Costa ha vuelto a crear un personaje inolvidable en Un amor (Isabel Coixet, 2023), la adaptación de la novela homónima de Sara Mesa.

 

Dos. La primera película que vi de Laia Costa fue Nieve negra (Martín Hodara, 2017), que programamos en la Sección Oficial del Festival de Málaga. Se trata de un eficaz drama familiar que cruza con el thriller y que tiene su punto fuerte en el elenco interpretativo. La actriz daba réplica a Leonardo Sbaraglia con una naturalidad pasmosa, componiendo un personaje sobrio repleto de aristas. Luego recuperé Victoria (Sebastian Schipper, 2015), un ejercicio de estilo de un plano secuencia dominado por la noche y en el que brilla la intérprete. Como lo hace en el drama romántico Only you (Harry Wootliff, 2018), donde la actriz despliega una gama de sensibilidades y sentimientos que jamás suenan o se ven impostados. Hay otras películas, claro, pero de estas tengo un recuerdo más nítido. Costa, no obstante, seguía siendo una artista poco conocida para el gran público hasta que llegó la serie de Isabel Coixet, Foodie love y, sobre todo, Cinco lobitos (Alauda Ruiz de Azúa, 2022), que volvimos a programar en Málaga y ganó la Biznaga de Oro del año pasado, además del reconocimiento general.

 

Tres. En estos dos trabajos en los que ha colaborado con Coixet,  Foodie Love y Un amor, se percibe la potencia dramática y cómica de la actriz en registros muy diferentes. En la serie de HBO, Costa interpreta a una lectora de novelas y es luz y naturalidad; su magnetismo y luminosidad estallan en cada escena, la composición de su personaje resulta fascinante por las aristas y las capas que despliega. Por su parte, Guillermo Pfening, un matemático insatisfecho, retrata con acierto el conflicto general de muchos hombres, entre mostrar y ocultar sus debilidades, la ternura o la dureza, comprometerse o huir, y se ajusta con generosidad al eje de ella. Es la química y el carisma de la pareja protagonista lo que prevalece. La serie arranca con Costa, tumbada en la cama, hablando a cámara. En el cabecero hay un letrero de neón que dice que uno es lo que lee, un detalle que aparece como algo más que un mero elemento decorativo. Y Coixet es una lectora impenitente. La adaptación a la gran pantalla de Un amor refleja nuestro presente desde ese machismo o masculinidad que atosiga y acosa a la mujer (a las mujeres). Laia Costa da vida a Nat (Natalia), una traductora que busca liberarse en una casa de un pueblo remoto, pero donde se verá más atrapada por los abusos de poder masculino en el que lo aprendido se confunde con las necesidades. Costa y Hovik Keuchkerian componen unos retratos de personajes en huida, necesitados, que sufren, oscuros en la luminosidad que podrían atesorar. Un trabajo complejo que entronca lo emocional y las debilidades mentales con el sexo, el deseo y los abusos de los hombres contra las mujeres.

 

 

Cuatro. Laia Costa se había licenciado en Publicidad y Relaciones Públicas, trabajaba de ejecutiva de cuentas en una agencia de publicidad y no le llegaba el tiempo para seguir entrenando con su equipo de baloncesto y jugar los partidos del fin de semana. Un día, su hermana planteó que se iba a apuntar a un curso de verano de una escuela de teatro y a Laia también le pareció buena idea. Así empezó. Pero como la actriz ha afirmado en más de una ocasión en alguna entrevista, ella no veía que la actuación fuera un oficio y hasta Victoria siguió sin creerlo.

 

Cinco. La carrera profesional de Costa es muy selecta. De hecho, en cada largometraje aporta algo único. Un ejemplo paradigmático lo vemos en Els encantats (Elena Trapé, 2023); la composición que realiza de ese personaje que busca reencontrarse se funde con la puesta en escena de la directora en un papel muy complicado. No creo que esta ejemplar filmografía que está creando la actriz sea demasiado azarosa; más bien –es una intuición– obedece a su prodigiosa cabeza, a la manera de ser y estar en el mundo, algo que se puede percibir en sus entrevistas. Quizás esa búsqueda de equilibrio entre la vida y lo artístico, entre la experiencia sentimental y emocional, y lo que regala a sus personajes sea la clave de creaciones que fluyen con un ritmo inolvidable.  

           

          

Licenciado en Historia y Comunicación, Miguel Ángel Oeste (Málaga, 1972) es autor de las novelas Bobby Logan (Zut, 2011), Far Leys (Zut, 2014), Arena (Tusquets Editores, 2020), que obtuvo el Premio Memorial Silverio Cañada en 2021, y Vengo de ese miedo (Tusquets Editores, 2022, premio Finestres de narrativa en 2023). También le asiste experiencia en el ámbito de la literatura infantil y juvenil con los títulos Carlota quiere leer (Anaya, 2020) y Sofía, la hormiga sin antenas   (Anaya, 2022). Forma parte del Comité de Dirección de cine del  Festival  de Málaga y es director de la Semana de Cine de Melilla.                         

            
               
                                
 

   

       

       

       

       
       

       

       

       

       

       
    

       

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