#VozEnOn
Luis Tosar: Buena gente,
tipo chungo... actor total
MIGUEL ÁNGEL OESTE
Uno. En la espera por entrar a ver una película en el cine escuché por azar un diálogo sobre el actor Luis Tosar. Dos chicos hablaban de la cara de mala leche que tenía Tosar en los papeles que interpretaba. Alababan su fuerza y su verosimilitud. Traté de aguzar más el oído, pero no hubo manera, lejos de la ocurrencia de uno de ellos que comentó que si te lo encontrabas por la noche en un callejón oscuro saldrías corriendo; o te quedabas quieto del acojone que te daba, dijo el otro. No supe si hablaban de su papel de Malamadre en Celda 211 (Daniel Monzón, 2009); o de Mario en Quien a hierro mata (Paco Plaza, 2019); o de cualquier otro de esos memorables personajes que, con su energía, visceralidad y capacidad para transmitir emociones, nos ha ido regalando desde aquellas primeras películas, como Flores de otro mundo (Icíar Bollaín, 1998) o Celos (Vicente Aranda, 1998).
Dos. No sé la razón exacta, pero me quedé pensado en esto. Luis Tosar ha interpretado a muchos personajes duros, con una complejidad emocional y moral alucinante. Y quizás se le asocia en un primer momento a esos tipos de composición. Pero Tosar es muy versátil, el ejemplo de actor total, como el jugador total (Pelé, Messi, si hablamos de fútbol; Michael Jordan, Lebron James, si hablamos de baloncesto, y así) que te resuelve un partido con esa facilidad o toque de genialidad que solo él posee. Es decir, una película con Tosar es una película que siempre irá bien, que siempre tendrá algo; ya sea interpretando a un hombre delicado que busca el amor, un caradura, un marido con debilidades, un policía duro, un maltratador, un truhan, un atracador de bancos y otras muchas interpretaciones para el recuerdo que pocos actores logran. Lo suyo es talento en un rostro particular que consigue traspasar. Y esto no es nada sencillo.
Tres. De hecho, tiene una cara de paz. O al menos emite tranquilidad. Hace un par de semanas, cuando leyó junto a Anna Castillo las nominaciones de los Goya, parecía en estado de nirvana, mientras seguramente al otro lado los nervios volaban como dagas.
Cuatro. Luis Tosar no solo compone personajes en películas de género, ni solo personajes duros o chungos, ni solo personajes extremos en registros dramáticos. El actor gallego despliega uno de los registros cómicos más extraterrestres que se conocen por estos lares. Uno de sus últimos ejemplos lo podemos ver en El fantástico caso del Golem (Burnin’ Percebes, 2022), pero también está presente en Canallas (Daniel Guzmán, 2022), por citar dos películas recientes. Desde siempre, Luis ha tenido presente el lenguaje corporal en la construcción de sus personajes, junto a otros factores como la vestimenta, a fin de establecer un discurso propio en lo cómico. Por medio de sus personajes (en comedias tan personales que se salen de la órbita de lo manido, como las dos referenciadas), nos habla de una parodia singularísima, un ejercicio humorístico y reflexivo que encuentra o tiene más valor en la actualidad y que resulta clave en la búsqueda por un renovado cine cómico. En estas propuestas, como en el cine mudo de Harold Lloyd o Buster Keaton, el actor vuelve a estar y ser el centro del discurso. Pero para ello es esencial la personalidad del intérprete, como demuestra el despliegue que realiza Tosar.
Cinco. Y las campanas están (o siguen) cantando con la voz de Shane MacGowan para el gran intérprete y persona que es Luis Tosar, alguien que dignifica la profesión dentro y fuera, con sus actos y su capacidad para generar y crear personajes que seguirán resonando mucho más allá de su tiempo. Composiciones que hacen soñar, auténticas, llenas de vida, con independencia del papel. Por eso suena, claro, Fairtale of New York y luego A rainy night in Soho. Porque la medida de los sueños se encuentra en las creaciones de actores como Luis Tosar.
Licenciado en Historia y Comunicación, Miguel Ángel Oeste (Málaga, 1972) es autor de las novelas Bobby Logan (Zut, 2011), Far Leys (Zut, 2014), Arena (Tusquets Editores, 2020), que obtuvo el Premio Memorial Silverio Cañada en 2021, y Vengo de ese miedo (Tusquets Editores, 2022, premio Finestres de narrativa en 2023). También le asiste experiencia en el ámbito de la literatura infantil y juvenil con los títulos Carlota quiere leer (Anaya, 2020) y Sofía, la hormiga sin antenas (Anaya, 2022). Forma parte del Comité de Dirección de cine del Festival de Málaga y es director de la Semana de Cine de Melilla.