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#VozEnOn


 

 Ane Gabarain, la actriz
que triunfa en silencio

   

MIGUEL ÁNGEL OESTE

             

Ilustración: Luis Frutos

 

Uno. Ane Gabarain vive un momento dulce. Obtuvo el Goya por 20.000 especies de abejas, de Estibaliz Urresola, e idéntico reconocimiento esta misma semana en los Premios de la Unión de Actores y Actrices. Un reconocimiento que le llega con 60 años después de llevar más de 40 dedicada a la interpretación. Un oficio complicado, repleto de incertidumbres, en el que la actriz tuvo que vadear esas etapas en las que no salía nada. Porque la profesión de actriz es una de las más complicadas que existen. Una vocación a la que el intérprete debe aportar mucho de su energía vital, de renunciar a cosas elementales para seguir. Una profesión que no está al alcance de cualquiera.

 

Dos. Ane Gabarain es una de esas mujeres que nos ayudan a pensar el oficio interpretativo de otra manera. Ella misma se define como "una curranta”. Una actriz que se ha construido en el desierto del posfranquismo, comenzando en la Escuela Oficial de Teatro vasco. En los años noventa empezó a darse a conocer por la serie Bi eta Bat, de ETB. Luego encadenaba personajes episódicos en cine, como en La comunidad y 800 balas, de Álex de la Iglesia, o teleseries como 7 vidas o Los Serrano, entre otras. Pero su conocimiento general para un público más amplio –o, como dice el bueno de Héctor Álvarez, de AISGE, "toda España le puso cara"– le llegó gracias al personaje de Maritxu en la serie Allí abajo. El poder mediático de la televisión resulta indudable, pero ese poder debe ir acompañado de talento. Y ese es el caso de Gabarain.

 

Tres. A pesar de que a la actriz la asocian a papeles cómicos, ella ha dado cuenta de que compone todo tipo de personajes; que lo suyo, de hecho, son las aristas dramáticas, las emociones y sentimientos que traslada con verosimilitud. Así llegó el fenómeno Patria, adaptación de la novela homónima de Fernando Aramburu. El personaje de Miren en Patria la colocó donde siempre debió estar. Los premios y nominaciones por ese personaje le dieron esa visibilidad que junto a su talento significó que muchos espectadores la descubrieran y reconocieran. Hasta logró que la nominaran al Emmy Internacional por su actuación: algo muy complicado y para nada frecuente.

 

Cuatro. El Goya es otro espaldarazo, pero sabemos (y lo saben los intérpretes) que eso no implica demasiado, que es un oficio inestable, discontinuo, con lo que implica para las cotizaciones y llevar una vida segura. Especial y bonito fue su discurso al recibir el Goya, reivindicando a las actrices maduras; porque, no lo olvidemos, todavía hoy resulta complicado que haya papeles de mujeres con cierta edad, y sin la imposición de una belleza que crea la tiranía del mercado.

 

Cinco. Personajes como el de Ane Gabarain en 20.000 especies de abejas; o como Luisa Gavasa en El maestro que prometió el mar, reflejan la importancia que tienen estas mujeres a la hora de pensar el presente y la manera diferente en la que lo hemos hecho a lo largo de décadas. En este sentido, dar visibilidad a las actrices maduras es uno de los aspectos donde todavía es necesario seguir haciendo ese trabajo. Y la capacidad de Gabarain para crear personajes cómicos y dramáticos, personajes de más o menos complejidad, es un ejemplo de ese camino, de redefinir la idea que siempre hemos tenido sobre unos cánones y unos personajes femeninos que siempre han estado en el centro de las historias.

 

           

           

            

           
            
                            
                        

                  
                  

Licenciado en Historia y Comunicación, Miguel Ángel Oeste (Málaga, 1972) acaba de reeditar en versión revisada Perro negro (antes, Far Leys, 2014), en torno a la figura del malogrado genio del folk británico Nick Drake. Es autor de las novelas Bobby Logan (Zut, 2011),  Arena (Tusquets Editores, 2020), que obtuvo el Premio Memorial Silverio Cañada en 2021, y Vengo de ese miedo (Tusquets Editores, 2022, premio Finestres de narrativa en 2023). También le asiste experiencia en el ámbito de la literatura infantil y juvenil con los títulos Carlota quiere leer (Anaya, 2020) y Sofía, la hormiga sin antenas   (Anaya, 2022). Forma parte del Comité de Dirección de cine del  Festival  de Málaga y es director de la Semana de Cine de Melilla.                         

     
     

        
       

            

       

       

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