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'Segundo premio', un viaje a Luna (o una carta de amor)
MIGUEL ÁNGEL OESTE
Uno. El 21 de julio de 1969, el hombre pisó por primera vez la luna. Fue un año efervescente en lo creativo y en lo musical se fusionaban estilos y se daba lugar a nuevas fórmulas. Aunque luego se ha alcanzado más veces, la luna sigue actuando como metáfora de lo inalcanzable; y también su mecanismo tiene algo que ver en nuestros ciclos y se dice incluso que en nuestros procesos creativos. Ya en los orígenes del cine, la luna fue un viaje con el que Georges Méliès revolucionó el séptimo arte que acababa de crearse.
Dos. La última película dirigida por Isaki Lacuesta y Pol Rodríguez, escrita por el propio Lacuesta y Fernando Navarro y protagonizada por David Ibáñez, Cristalino, Stéphanie Magnin, Mafo y Chesco Ruiz no va de los inicios del grupo más relevante del panorama musical en español de los últimos 30 años, Los Planetas, ni de aquel primer disco, ni de las rupturas ni desapariciones de unos y otros, ni de los lazos de amistad y amor y rencores y perspectivas vitales de sus integrantes originales; aunque la película –Segundo premio, se titula– contenga canciones de Los Planetas y sobre el papel se diga que va de unos músicos y la configuración de aquel mito. Pero no, Segundo premio, de Isaki Lacuesta y Pol Rodríguez, va de otra cosa, es una parte del trayecto vital de cada uno de nosotros, es un tejido vivo que se nos pega en la retina y entra en nuestro organismo para leernos, es un abrazo de amor a Luna.
Tres. A lo largo de su filmografía, Isaki Lacuesta e Isa Campo han creado un sistema propio en la configuración de sus películas, buscando una sensación única para los espectadores. ¿Se puede creer y confiar en nuestras sensaciones reales? Suponiendo que existan, claro. Segundo premio va de muchas cosas: de la creación, de la muerte y la vida; de creer, claro. Y, por encima de cualquier otra cosa, va de un poderoso vínculo íntimo, con la creatividad como fuerza continua e invisible que palpa lo que se está esfumando pero que lucha por salir. “Cualquiera puede extraer una fuerza sorprendente de experiencias aparentemente pequeñas”, dice Murakami. Y esa fuerza es la que se refleja en las poderosas y magnéticas imágenes de la película.
Cuatro. Isaki Lacuesta y Pol Rodríguez hacen bueno aquello que decía Hitchcock: “todo lo que se dice pero no se muestra pasa inadvertido para el público”. Las imágenes de Segundo premio cortan la respiración, son entes vivos que inquietan y nos revelan, poseen una ambición y un amor moviéndose por espacios y tiempos difíciles de definir por lo orgánico, lo físico, lo sensitivo de la propuesta.
Cinco. De ahí que no se puedan extraer conclusiones precipitadas de la película. De ahí que lo que vemos se convierte en material dúctil. De ahí que su visión se convierta en una experiencia inolvidable, vaporosa, vampírica. Y todo esto hace que se nos muestre como un filme fresco y atmosférico, enérgico, original, inconfundiblemente propio. Un canto de amor en un viaje a la luna, que canta algunas canciones de Los Planetas mientras inventa, trata de regar la imaginación, de dar verosimilitud a lo inventado, de hallar una mínima felicidad en la rudeza de la vida.
Seis. Quizás, más que ninguna otra cuestión, Segundo premio representa un visionado libre, leve, marcado por la inevitabilidad de la vida y la muerte, al único deseo que no se puede cumplir excepto en el camino hacía la luna; en un impulso por seguir conteniendo el abrazo de Luna, de reflejar el estado de un corazón que late en cada imagen libre de esta obra maestra del cine.
Licenciado en Historia y Comunicación, Miguel Ángel Oeste (Málaga, 1972) acaba de reeditar en versión revisada Perro negro (antes, Far Leys, 2014), en torno a la figura del malogrado genio del folk británico Nick Drake. Es autor de las novelas Bobby Logan (Zut, 2011), Arena (Tusquets Editores, 2020), que obtuvo el Premio Memorial Silverio Cañada en 2021, y Vengo de ese miedo (Tusquets Editores, 2022, premio Finestres de narrativa en 2023). También le asiste experiencia en el ámbito de la literatura infantil y juvenil con los títulos Carlota quiere leer (Anaya, 2020) y Sofía, la hormiga sin antenas (Anaya, 2022). Forma parte del Comité de Dirección de cine del Festival de Málaga y es director de la Semana de Cine de Melilla.