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Voz en ON

 

 

 

Las mil miradas de Javier Pereira

 

 

 

MIGUEL ÁNGEL OESTE

     

            

Ilustración: Luis Frutos

 

Uno. Más allá de la evidencia, que todos son actores y actrices, ¿qué otra cosa tienen en común Raúl Arévalo, Daniel Guzmán, Leticia Dolera, Paco León, Eduardo Casanova, Achero Mañas y otros intérpretes -no es plan de citarlos a todos- con Javier Pereira?

 

¿Todavía no? ¿Lo digo ya?

 

Que todos han tenido la pulsión de ponerse detrás de las cámaras llegado un momento de sus vidas. Acaso porque llevan delante de ellas desde hace mucho y han aportado tanto a los directores con los que han trabajado que también ha crecido en ellos ese deseo creativo más allá del que supone el difícil oficio de la actuación.

 

Dos. Suelta, que puede verse en Movistar+, es la carta de presentación de Javier Pereira, que desde chaval sabe lo que es un rodaje, sabe los imprevistos que pueden aflorar en el set, sabe lo exigente que es cualquier proceso creativo que implique a un grupo de personas y en un ámbito tan complejo como es el cine.

 

Su cortometraje destila esa extraña comunión entre director e intérpretes, esas conexiones o vasos comunicantes que solo consiguen los que conocen el sentido más hondo con el que se construyen las imágenes, porque el cine que le gusta es el que derrocha veracidad.

 

Tres. Pereira es un actor con estrella que transmite suerte. Tal vez porque fue un niño de San Ildefonso que en la década de los noventa cantó el gordo dos años seguidos. Como otros actores de su generación estudia en la escuela de Cristina Rota y luego se curte en la televisión en series como Señor Alcalde, Al salir de clase, Nada es para siempre o Policías, en el corazón de la calle.

 

Pero serían dos papeles en el cine, Frío sol de invierno (Pablo Malo, 2004) y Heroína (Gerardo Herrero, 2005), lo que lo consagrarían, demostrando su capacidad para componer personajes complejos, al límite, con veracidad y una humanidad sin imposturas muy difícil de lograr.

 

Cuatro. Con seguridad ha ido absorbiendo enseñanzas de los cineastas con los que ha trabajado, como María Ripoll (Tu vida en 65), Paco Cabezas, (Aparecidos), Montxo Armendáriz (No tengas miedo) o Rodrigo Sorogoyen (8 citas, Stockholm, Que dios nos perdone). Precisamente con ese salto al vacío que es Stockholm obtuvo el Goya a actor revelación, uno de esos personajes llenos de aristas que ya es inolvidable en el cine reciente español. Al igual que el asesino que compone en la sudorosa y física Que dios nos perdone. A excepción de Javier Bardem o Luis Tósar, no recuerdo en la industria cinematográfica patria un cambio físico o de identidad tan radical. Pereira ha contado en más de una ocasión que ni su primo lo reconocía, que le dijo: “A mí no me engañas, no eres Javi, eres un amigo de Javi”. De hecho, poco se le ha reconocido una composición como esa a este actor polifacético y proactivo que ha dado el salto a la dirección.

 

Cinco. Suelta puede ser el primer cortometraje que dirige Javier Pereira, pero parece que lleve toda la vida haciéndolo. Además, lo que narra Pereira es un hecho poco frecuentado en la ficción y que permite ponerse en el lugar de las víctimas de un tipo de abuso del que se habla poco. Lo interesante de Suelta es la perspectiva que elige el director. En una sociedad patriarcal, todas las preguntas se lanzan hacia la chica, no se juzga al hombre. Unos y otras de alguna forma cuestionan a la chica, ¿pero acaso se ponen en su lugar? A la vez, se coloca el foco en el rumor y cómo las versiones de unos y otros modifican un hecho terrible. Porque las historias y secretos y mentiras van pasando de unos personajes a otros, configurando un relato ambivalente. El debut de Pereira explora y reproduce las reglas del género para llevarlas a otro lugar y, también, claro, para que nos replanteemos lo aprendido como individuos y como sociedad. Con elegancia y fuerza expresiva, la nueva mirada de Javier Pereira reformula el relato que hemos aprendido y debemos reescribir.

           

           

           
                    
                                                Licenciado en Historia y Comunicación, Miguel Ángel Oeste (Málaga, 1972) es autor de las novelas Bobby Logan (Zut, 2011), Far Leys (Zut, 2014), Arena (Tusquets Editores, 2020), que obtuvo el Premio Memorial Silverio Cañada en 2021, y Vengo de ese miedo (Tusquets Editores, 2022). También le asiste experiencia en el ámbito de la literatura infantil y juvenil con los títulos Carlota quiere leer (Anaya, 2020) y Sofía, la hormiga sin antenas   (Anaya, 2022). Forma parte del Comité de Dirección de cine del  Festival  de Málaga y es director de la Semana de Cine de Melilla.                         
            
               
                                
       

       

       

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