#VozEnOn
Las películas de mi vida,
con Juan Manuel Gil
MIGUEL ÁNGEL OESTE
Uno. Leer a Juan Manuel Gil es un gozo perpetuo. De él me gustaría leer hasta la lista de la compra, porque la visión y su voz siempre deslumbra. En sus libros, desde Trigo limpio (novela ganadora del Premio Biblioteca Breve) a La flor del rayo, o la nueva narración que acaba de salir, Un hombre bajo el agua, Gil despliega un apasionado juego metaficcional que funciona a modo de educación sentimental, emocional y también como un recorrido que nos reconcilia con lo que somos.
Dos. “Todos construimos una vida, que no es otra cosa que un relato”, suelta el narrador de Un hombre bajo el agua, una historia que te sumerge en una lectura feliz, construida con la perspicacia y la maestría habitual del autor, en la que lo dramático y cierto humor paródico a veces, otras negro, otras más profundo, nos revela como individuos. Quedamos con el autor almeriense para que nos hable de aquellas películas españolas que de una manera u otra le han influido. Un recorrido por su memoria cinematográfica, igual que él juega en sus libros a mezclar memoria y ficción con un retrato documental en el que nada es verdad para mostrar precisamente la verdad.
Tres. A pesar de que nunca “escribe pensando en el cine”, Juan Manuel Gil reconoce que le inspira. “Hay películas que me ayudan y animan a madrugar y seguir escribiendo; a proteger mi voluntad de contar lo que me bulle dentro en tiempos donde la calma es un animal en extinción; a abrir compuertas dentro mi propia imaginación que no sabía que existían”, explica, para dejar claro: “Escribo pensando en libros, en estanterías, en librerías, en lectores, en marcapáginas, en páginas subrayadas, en autores, en cubiertas y contracubiertas... Me siento feliz dentro del mundo del libro. La singularidad de la literatura me aporta una plenitud que no encuentro en ningún otro lugar ni con ninguna otra cosa”.
Cuatro. El barrio es un universo en su literatura, tal vez por ese motivo la primera película que cita es Barrio, de Fernando León de Aranoa. Para el escritor, "esta película reúne una serie de ingredientes que me encanta encontrar tanto en cine como en literatura: una carga social muy bien manejada, un sentido del humor que amalgama toda la historia, una maestría en la confección de diálogos ágiles, naturales, ingeniosos... Y unos personajes que te permiten redescubrir lo que tú crees que ya descubriste hace mucho tiempo".
Cinco. Mi vida sin mí, de Isabel Coixet, una película emocionante y silenciosamente intensa, es otro de esos títulos que recuerda y que es su favorita de entre las de la cineasta. “Funciona en torno a una magnífica idea y consigue articular la historia en torno a ella", argumenta, "con una voz y una mirada que por entonces era muy difícil encontrar en el cine español. Era un cine que se parecía a otros cines que no eran precisamente nuestro cine. En Mi vida sin mí se intuían otras películas, otras novelas, otras series, otros viajes, otras experiencias que conformaban una voz muy personal, justo lo que probablemente más buscamos los escritores".
Seis. La poética de Julio Medem y, en concreto, Los amantes de círculo polar es otra de las películas que sedujeron a Gil, que se quedó “fascinado por ese mundo poético, azaroso, plagado de casualidades irremediables, de conexiones perturbadoras y hermosas". Tenía 19 años cuando se estrenó esta película. "Después de verla tuve aún más claro que quería dedicarme a contar historias. Hay obras que te echan el brazo por encima y te animan a seguir con tus empeños. Esta fue una de ellas para mí”.
Siete. El autor, de Manuel Martín Cuenca, es una elección natural. “La figura del escritor ha ocupado un lugar central en mis últimas novelas", comenta el propio Gil, "y siento que guardan una conexión especial con esta película", una adaptación de El móvil, de Javier Cercas. En las novelas de Juan Manuel Gil la figura del narrador lo articula todo y marca el estilo. Por eso no resulta extraño que le encante “la mirada que Martín Cuenca proyecta sobre la escritura y el escritor, el humor ácido con el que salpimienta la historia, la ausencia de toda solemnidad en el proceso de creación...". Es la película que más le gusta de Cuenca junto a La flaqueza del bolchevique, otra adaptación de una novela; en este caso, de Lorenzo Silva.
Ocho. La última película que cita es la original Intacto, la ópera prima de Juan Carlos Fresnadillo. Una película que voló la cabeza al autor. “Si no me equivoco, era su primer largometraje y parecía cualquier cosa menos un primer largometraje. Me interesó el tema, el ritmo, los personajes, su poder narrativo y su vuelo poético. Esta es otra de esas películas que se me cruzaron en la vida para fortalecer mi pasión de contar historias. Recuerdo salir del cine conmocionado, con ganas de hablar, de escribir, de leer, de volver a la sala para verla de nuevo”, nos revela con ese entusiasmo característico que derrocha Gil y que contagia a sus novelas. Historias que consiguen estimular mediante una gran literatura que no olvida la modestia de sus orígenes.
Licenciado en Historia y Comunicación, Miguel Ángel Oeste (Málaga, 1972) acaba de reeditar en versión revisada Perro negro (antes, Far Leys, 2014), en torno a la figura del malogrado genio del folk británico Nick Drake. Es autor de las novelas Bobby Logan (Zut, 2011), Arena (Tusquets Editores, 2020), que obtuvo el Premio Memorial Silverio Cañada en 2021, y Vengo de ese miedo (Tusquets Editores, 2022, premio Finestres de narrativa en 2023). También le asiste experiencia en el ámbito de la literatura infantil y juvenil con los títulos Carlota quiere leer (Anaya, 2020) y Sofía, la hormiga sin antenas (Anaya, 2022). Forma parte del Comité de Dirección de cine del Festival de Málaga y es director de la Semana de Cine de Melilla.