#VozEnOn
Grita verano de película(s)
MIGUEL ÁNGEL OESTE
Uno. Los veranos cambian con la edad. No todos los estíos son iguales, aunque cuando uno es joven el verano es el verano que uno recuerda (o al menos tiende a recordar con más intensidad), el que vivió y el que soñó y, claro, el que visionó en los cines y en la televisión del hogar. Según el calendario, el verano va del 20 de junio al 22 de septiembre. Pero las fechas apenas tienen relevancia. Sí, lo repito, en bucle, como la melodía que se pega al inconsciente, porque estos meses de calor adquieren un poco esa sensación de repetición: el verano no es el mismo cuando tienes 12 años que cuando tienes 50. Aunque el fin del verano siempre es triste, para todos, como recordaba aquella canción de Danza Invisible.
Dos. Cuando era un chavea imaginaba que me quedaba atrapado en las películas que veía en verano. Daba igual que fuera una película que nos asustó como Tiburón o aquella en la que cuatro amigos encontraban un cadáver. Uno sentía que el cine y el verano eran amantes. Eran (en realidad son) películas que uno, más allá de espectador (o del espectador que fue), deseaba tener como experiencia.
Tres. Y entre ellas, claro, la de Mike y sus amigos, Los Goonies, que encuentran un mapa en el desván de su casa y la aventura se precipita. Con historias como esta parecía que durante el verano cualquier cosa podría suceder y, además, que jamás se iba a acabar. También eran años en los que uno imaginaba confundir la película y la vida, o al menos reemplazar una y la otra. Igual que lo consiguen esas películas que uno vio de niño, la capacidad de fijar en la memoria esos veranos que parecían interminables. No olvidarlos. Almacenarlos para cuando empiecen a desaparecer. Porque crees que no desaparecerán pero lo harán, se desvanecerán. A no ser que se graben, que se mezclen, que se confundan con aquellos otros veranos que hemos seguido viendo.
Cuatro. No obstante, estíos hay tantos como lugares y personas. Jamás serán lo mismo las aventuras inolvidables que retrata Pau Freixas en Héroes que las desventuras en los márgenes de la ciudad de Barrio, de Fernando León de Aranoa, donde la playa y las vacaciones se imaginaban, y la imagen potente de aquella moto de agua que gana uno de los chicos protagonista aún resuena con fuerza. En verano hay estampas inolvidables, besos a los que siempre volver, como los de la secuencia de Cinema Paradiso, de Giuseppe Tornatore, o paseos en Roma de un periodista con una princesa que quiere ser normal por unos días y tiene el rostro de Audrey Hepburn.
Cinco. En estos meses sueles conocer a amigos inesperados que pueden revolucionar la música, como John Lennon y Paul McCartney, que se conocieron en julio de 1957. De hecho, en julio, en Reino Unido, se recuperará ¡Qué noche la de aquel día!, de Richard Lester. Y sí, la música es importante en verano con conciertos y búsquedas que se asocian a canciones. El 13 de julio será el día Mundial del Rock, conmemorando el concierto Live Aid de 1985. Y qué mejor manera de celebrarlo que visionando Crock of gold: Bebiendo con Shane MacGowan, de Julien Temple.
Seis. Quizás no hay una forma mejor de dar la bienvenida al verano que con la música de los Beatles o de Shane MacGowan, mientras decidimos qué película de o con verano volver a visitar, de Las vacaciones de Mr. Hulot, de Jacques Tati, a Verano del 42, de Robert Mulligan; de Adventureland, de Greg Mottola a Antes del amanecer, de Richard Linklater… Y así, hasta perderse en el verano que uno desea en cada momento.
Licenciado en Historia y Comunicación, Miguel Ángel Oeste (Málaga, 1972) acaba de reeditar en versión revisada Perro negro (antes, Far Leys, 2014), en torno a la figura del malogrado genio del folk británico Nick Drake. Es autor de las novelas Bobby Logan (Zut, 2011), Arena (Tusquets Editores, 2020), que obtuvo el Premio Memorial Silverio Cañada en 2021, y Vengo de ese miedo (Tusquets Editores, 2022, premio Finestres de narrativa en 2023). También le asiste experiencia en el ámbito de la literatura infantil y juvenil con los títulos Carlota quiere leer (Anaya, 2020) y Sofía, la hormiga sin antenas (Anaya, 2022). Forma parte del Comité de Dirección de cine del Festival de Málaga y es director de la Semana de Cine de Melilla.