twitter instagram facebook
Versión imprimir

           

                  

#VozEnOn


 

 De deportes, éxitos e imágenes

   

MIGUEL ÁNGEL OESTE

     

           

Ilustración: Luis Frutos

 

Uno. Durante el mes de julio el deporte español nos ha regalado varias celebraciones: la selección española de baloncesto ganó el preolímpico y estará en los Juegos Olímpicos de París, que comienzan esta semana; Carlos Alcaraz sigue haciendo historia y, después de ganar Roland Garros, obtiene Wimbledon, y la selección de fútbol, con todos los cuestionamientos de los millones de entrenadores y especialistas que hay en este país, también tocó la cima ganando de manera ejemplar la Eurocopa, la cuarta, lo que la convierte en la selección que más campeonatos continentales ha ganado. Todos estos éxitos podrían inspirar buenas películas porque tienen materia prima e ingredientes para conformar ficciones o documentales atractivos.

 

Dos. Historias que hablan de la constancia, el esfuerzo, la unión entre el grupo, la esperanza… que transmiten al público. Acaso porque el deporte y el cine encuentran su base en las emociones y en el arte de crear momentos más allá del tiempo presente. Acaso porque el deporte es una metáfora de casi cualquier vida, por tópico que suene; aunque eso sí, los tópicos suelen ser verdad.

 

Tres. No pretendo hacer aquí una lista rigurosa de películas influidas por un deporte, simplemente me limito a recordar algunos títulos de ficción. Uno de los últimos que recuerdo es 42 segundos, de Dani de la Orden y Álex Murrull, que se basa en la selección española de waterpolo de Barcelona 92. Una propuesta que consigue trasladar algunas sensaciones y la tensión de un equipo mítico. De ese mismo año, 2022, es Llenos de gracia, de Roberto Bueso, que parte de la historia real del futbolista Valdo, para construir una historia tierna y fresca, que cuenta cómo una monja crea un equipo de fútbol de chavales pese a todos los inconvenientes que encuentra.

 

Cuatro. Gran parte de las películas que han tomado el fútbol como inspiración han sido comedias o propuestas para la familia, como Los futbolísimos, de Miguel Ángel Lamata, que adapta el primero de los libros de la exitosa saga homónima de Roberto Santiago; El penalti más largo del mundo, dirigida precisamente por el propio Santiago, y que juega con lo paródico; Héroes de barrio, de Ángeles Reiné, que cuenta la historia de una niña que juega en un equipo de fútbol y que sueña con tener la camiseta de Joaquín, algo que intentará por todos sus medios el padre; Futbolín, de Juan José Campanella, una cinta de animación que combina comedia y aventuras con un espléndido despliegue técnico; o Días de fútbol, de David Serrano, una comedia en el que un grupo de amigos  treintañeros vuelven a montar un equipo de fútbol, lo que es una excusa para exponer otros temas. Resulta curioso que el género de la comedia sea el más transitado cuando se aborda el fútbol, pero desde El fenómeno, aquella película protagonizada por Fernando Fernán Gómez, en el que da vida a un profesor que confunden con un jugador de fútbol, ha sido así.

 

Cinco. Aunque el fútbol es el deporte más representado en el cine español, también el boxeo ha tenido algunas películas entretenidas, como A golpes, de Juan Vicente Córdoba, un film narrado con convicción que habla de superación; y Alacrán enamorado, de Santiago A. Zannou, otra propuesta de vidas complicadas y el boxeo y el amor como redención. Y está, claro, Campeones, de Javier Fesser, esa comedia humana de un entrenador que se enfrenta a un desafío del que aprenderá de su nuevo equipo.

 

Seis. Podríamos seguir, desde luego, porque todas son películas de ida y vuelta, entretenimientos que usan un deporte como metáfora para narrar otros temas universales. Quizás, eso sí, falta esa ficción definitiva que se adentre de verdad en un deporte o en un deportista para reflejar la gama de emociones que traslada la práctica de cualquiera de ellos. Ya solo falta disfrutar de los Juegos de París y del viaje que nos proponen nuestras selecciones y nuestros deportistas.

           

           

          

                            
                        

                  
                  

Licenciado en Historia y Comunicación, Miguel Ángel Oeste (Málaga, 1972) acaba de reeditar en versión revisada Perro negro (antes, Far Leys, 2014), en torno a la figura del malogrado genio del folk británico Nick Drake. Es autor de las novelas Bobby Logan (Zut, 2011),  Arena (Tusquets Editores, 2020), que obtuvo el Premio Memorial Silverio Cañada en 2021, y Vengo de ese miedo (Tusquets Editores, 2022, premio Finestres de narrativa en 2023). También le asiste experiencia en el ámbito de la literatura infantil y juvenil con los títulos Carlota quiere leer (Anaya, 2020) y Sofía, la hormiga sin antenas   (Anaya, 2022). Forma parte del Comité de Dirección de cine del  Festival  de Málaga y es director de la Semana de Cine de Melilla.                         

     
     

        
       

            

       

       

       

           

Versión imprimir