#VozEnOn
Listas
MIGUEL ÁNGEL OESTE
Uno. Hago listas para todo. Pero no listas de lo mejor o lo peor que he visto o leído. Eso no lo hago. Me refiero a que hago listas con los libros que he leído y con los que quiero leer, con las películas y las series que quiero ver y las que he visto. Son simple y llanamente listas, como se hace una lista de la compra, que revela mucho de cada uno de nosotros.
Dos. Y, ojo, insisto, no califico lo visto o leído, son meras listas, lo más sencillo del mundo. Una lista con un propósito, como cuando a inicio del año se coloca en lo más alto de esa lista ir al gimnasio, dejar de fumar o no beber alcohol y empezar a cuidar la alimentación. Las listas son un deseo y una manera de ordenarnos y, también, claro, de estar en movimiento, y ayudar a terminar lo pendiente. Esa sensación tan del siglo XXI de que siempre hay algo más que hacer, la lista puede contribuir a paliarla.
Tres. Cada año tengo varias listas de las películas y las series que he visto y que quiero ver. Y cada año aumenta la lista de las cosas que quiero volver a visionar. Y, sin embargo, entre tanta novedad, el acto de volver a disfrutar lo que vi en el pasado se esfuma, como si el tiempo ya no pudiera estirarse como se estiraba antes, como si a medida que uno cumple años la flexibilidad del tiempo pasara a acortarse, a ser más rígida. Antes le daba un poder a las listas, como si tuvieran la capacidad de alargar las horas del día y la semana. Ya no.
Cuatro. Sé que las plataformas permiten hacer listas y que ellas mismas las hacen, por géneros o temáticas. Pero mis listas son en papel, escritas a lápiz, una acción artesanal. Paso las listas y las compruebo y voy de una a otra. Borro y cambio, como si fuera un entrenador que piensa qué equipo sacar al campo.
Cinco. Con esto de las listas he pensado que nuestra cabeza está llena de libros y de películas, amenizadas con diversas canciones. Todas nos acompañan y se mezclan, como un buen batido, porque ellas mismas buscan sus afinidades.
Seis. Quizás, en la vida, como se encargan de señalar los expertos, las listas pueden contribuir a tener éxito, ayudan a focalizarte, a no salirte de los propósitos que uno se ha marcado, a mejorar la autoestima, la concentración y otras muchas cualidades que empiezan a estar más lejos que cerca de nosotros.
Siete. Las listas nos revelan y cuentan más de nosotros de lo que pensamos. Por este motivo escribo de ellas. Pero a la vez, podemos modificar esas listas para transformar nuestro estado de ánimo o regodearnos en él. Aunque no sé si muchos lo hacemos. Esa es la verdad.
Ocho. En verano me hice listas para volver a ver la filmografía de dos cineastas, Nicholas Ray y José Antonio Nieves Conde. Ambos directores con estéticas diferentes, pero con la conexión de cierta disidencia en la mirada. Como dijo José Luis Guarner del autor americano: “el cine de los cincuenta pertenece indiscutiblemente a Ray, el portavoz más sensible y elocuente de la soledad, el desarraigo, la violencia, la angustia que caracterizan su tiempo”. Y sí, añoraba volver a ver películas como Los amantes de la noche, En un lugar solitario y el resto de su filmografía. Y completar esos visionados con la obra de José Antonio Nieves Conde, Surcos, El inquilino, etcétera. Porque retrata a un desencantado y crítico de la realidad de la España autárquica, contraviniendo la idílica e idealizada imagen oficial que el gobierno franquista se esforzaba en difundir.
Nueve. Pues bien, esas listas siguen en la lista de deseos, pero mi intención de escarbar la realidad social de nuestro tiempo también se asocia a esas listas. Tal vez sea solo un ensayo general para no volverse loco y mantenerse en el límite de la cordura.
Diez. A lo mejor las listas no son garantía de nada, solo enumeraciones de lo que queremos dejar atrás o de lo que seremos en el futuro.
Licenciado en Historia y Comunicación, Miguel Ángel Oeste (Málaga, 1972) acaba de reeditar en versión revisada Perro negro (antes, Far Leys, 2014), en torno a la figura del malogrado genio del folk británico Nick Drake. Es autor de las novelas Bobby Logan (Zut, 2011), Arena (Tusquets Editores, 2020), que obtuvo el Premio Memorial Silverio Cañada en 2021, y Vengo de ese miedo (Tusquets Editores, 2022, premio Finestres de narrativa en 2023). También le asiste experiencia en el ámbito de la literatura infantil y juvenil con los títulos Carlota quiere leer (Anaya, 2020) y Sofía, la hormiga sin antenas (Anaya, 2022). Forma parte del Comité de Dirección de cine del Festival de Málaga y es director de la Semana de Cine de Melilla.