#VozEnOn
A propósito del cine de Alauda Ruiz de Azúa
MIGUEL ÁNGEL OESTE
Uno. Aún recuerdo la tarde que vimos en Elamedia para el Festival de Málaga Cinco lobitos, la ópera prima de Alauda Ruiz de Azúa. Habíamos asistido al visionado de una cineasta única, con una mirada propia, sencilla y audaz en la narración que proponía. Me acuerdo de los detalles de aquella poderosa visión a la que había asistido, de aquel singular estilo en el despliegue de una puesta en escena terrenal-realista-sensitiva-profunda, que conectaba con la naturaleza importante de la vida. Por ejemplo, la escena en la que Laia Costa da el pecho a su bebé, que la directora planificaba de un modo que aún no había visto en ninguna película. Una historia sobre la intimidad de las mujeres, sobre lo que los hijos heredan de los padres y otros tantos temas que conforman lo que somos o cómo vives. El entusiasmo del visionado fue colectivo y decidimos llamar de inmediato a la productora, una acción que hemos hecho en veintisiete años muy pocas veces.
Dos. Para esta cineasta entender algo del mundo es explorar en él a través del cine, de los libros, en general, de la cultura, porque como nos pasa a algunos es un territorio de comprensión en el que uno se siente menos solo y es capaz de afrontar los desafíos que nos pone la vida en el camino. En Cinco lobitos, esa delicada y sensible historia sobre convertirse en madre y en hija de una madre enferma, protagonizada por Laia Costa, Susi Sánchez, Ramón Barea y Mikel Bustamante, la cineasta se pregunta cuánto tiene la familia de refugio y cuánto de presidio. ¿Cómo vives? Esta pregunta es el eje de su cine. Ese misterio. Al igual que el de las relaciones humanas que late en cada uno de sus fotogramas.
Tres. Porque esa pregunta, o ese misterio, o misterios, sigue presente en una película de encargo como Eres tú, en la que la directora aplica hallazgos visuales, exploraciones y un cuidado que define el modo de esta enorme cineasta. Eres tú tiene esa gracia mientras late con los códigos de la comedia romántica para reflexionar sobre el propio género y sobre lo que se busca en el presente cuando se conoce –o se cree conocer– el futuro a través de un toque fantástico arraigado en la esencia del primer beso. Alauda Ruiz de Azúa consigue en esta deliciosa película, en la que suena de Carla Bruni a Mari Trini, una historia romántica que se arma desde la sensibilidad y los detalles, desde la certeza de que el oficio y contar bien una historia es convertirla en hogar, en un casete grabado con canciones románticas para esa chica/o que idealizamos y que siempre buscaremos. Narrada con esa agilidad y dinamismo anglosajón de la directora, Eres tú es la historia de Javier (Álvaro Cervantes), un pequeño editor en crisis que quiere ser fiel a sus principios, que cree que “la literatura no se consume” y se afana en buscar un éxito sin quebrar ese ideal con el que creó su editorial. Es un viaje que se construye y se deconstruye por los tópicos de las comedias románticas, al tiempo que habla de amistad, amor, inseguridad de los autores y cierta parodia del mundo editorial (memorable Pilar Castro, ¿por qué a esta actriz no le ofrecen más papeles?) que se ve como ese niño que por primera vez tiene un globo en sus manos y juega con él. O quizás como ese primer beso a esa persona que cuando eres joven pensamos eterna, y que cualquier canción o película remitirá a ella.
Cuatro. Y, claro, resuena esa pregunta tanto en una película personal, Cinco lobitos, como en un encargo, Eres tú; la pregunta que es el único presente posible para conocer quiénes somos: ¿cómo vives? Aquí se visualiza o se entiende esa capacidad de Alauda Ruiz de Azúa para atrapar los detalles y narrar sus historias con estilo, hondura y sentimiento. Y más importante, para huir de la generalidad y homogeneización del lenguaje estandarizado y de un producto final que carece de personalidad. Ya nos contó Alauda que ese cine que “puede generar algo invisible, hipnótico, poderoso… que no vemos” es uno de los acicates que la pone en marcha.
Cinco. Y llegamos, cómo no, a la miniserie Querer, una producción propia de Movistar + que se estrenó en el pasado Festival de San Sebastián y que apela, por supuesto, a esa pregunta esencial: ¿cómo vives? Y, también, por extensión, al misterio de las relaciones humanas. Más si cabe, al misterio de las relaciones familiares. La nueva ficción de Alauda Ruiz de Azúa vuelve a pensar y filmar las imágenes para conseguir o trasladar a los espectadores una sensación de verdad. Una sensación de verdad que se puede asociar al realismo, pero que es una ficción pura, al margen de que se puedan colar elementos personales, como puede ocurrir en cualquier expresión artística. Y, como en sus anteriores películas, lo relevante de su propuesta es saber mostrar conflictos cotidianos (universales) desde perspectivas interesantes, emocionales y nuevas en esa sensación de naturalismo.
Seis. Querer es una serie absorbente. No solo por lo que cuenta, más por cómo lo hace, por las grandes actuaciones de Nagore Aranburu, Pedro Casablanc, Iván Pellicer, Miguel Bernabeu, Natalia Huarte y el resto del elenco, por el manejo del tono, por el ritmo narrativo (prodigioso el tercer episodio, el del juicio)... Y es que Alauda Ruiz de Azúa muestra fuertes dilemas y contradicciones vitales sin juzgar a sus personajes, sin que resulten visibles o explícitas las situaciones que retrata, mediante un dominio de lo que se dice y se silencia de una inteligencia poco frecuente en la actualidad. El mismo inicio de la serie es un ejemplo del manejo del suspense. Nunca he sentido, como espectador, esa angustia al coger un taxi como cuando Nagore Aranburu huye de su casa en busca de uno en el piloto de la serie. Podría poner otros ejemplos, pero lo mejor es que el público se acerque a esta serie con la menor información posible. Una ficción que indaga en el sistema tradicional de familia para escarbar en las VIOLENCIAS (no solo la sexual, ojo) y la generación/construcción del miedo en las personas que supuestamente nos quieren. Y lo hace con una sencillez narrativa en la que carga las secuencias, las escenas y los planos de profundidad como sucedía en el cine de Yasujirō Ozu.
Siete. Me dispongo a ver la serie por segunda vez. Para captar mejor los detalles, el desnudamiento y complejidad que despliega la cineasta. Nada es cómodo en las decisiones que toma. Y me sucede que cuando leo una novela o veo una película o escucho un disco que me entusiasma, me gustaría hacer lo mismo que le sucedía a Holden Caufield, el protagonista de El guardián entre el centeno, de Salinger: llamarlo por teléfono y darle las gracias; no por lo que ha conseguido, no por sus logros narrativos y emocionales, sino por recordarnos la pregunta que late en su cine: ¿cómo vives? Obviamente, aunque pudiera hacerlo, llamar o escribir, no lo he hecho nunca, pero sí que trae de vuelta la pregunta y el reto que tenemos como humanos.
Licenciado en Historia y Comunicación, Miguel Ángel Oeste (Málaga, 1972) acaba de reeditar en versión revisada Perro negro (antes, Far Leys, 2014), en torno a la figura del malogrado genio del folk británico Nick Drake. Es autor de las novelas Bobby Logan (Zut, 2011), Arena (Tusquets Editores, 2020), que obtuvo el Premio Memorial Silverio Cañada en 2021, y Vengo de ese miedo (Tusquets Editores, 2022, premio Finestres de narrativa en 2023). También le asiste experiencia en el ámbito de la literatura infantil y juvenil con los títulos Carlota quiere leer (Anaya, 2020) y Sofía, la hormiga sin antenas (Anaya, 2022). Forma parte del Comité de Dirección de cine del Festival de Málaga y es director de la Semana de Cine de Melilla.