#VozEnOn
Manolo Solo, una fuerza de la naturaleza, un actor inolvidable
MIGUEL ÁNGEL OESTE
Uno. Seguro que alguna vez han oído que Manolo Solo es un actor increíble. Quizás hasta lo han escuchado con frecuencia. Pero siempre menos de lo que él ha demostrado con la capacidad camaleónica de los personajes a los que ha dado vida. Y es que su composición de personajes los llena de momentos vitales: dolor, tristeza, anhelos, alegrías, recuerdos… como un lienzo impresionista de emociones y experiencias, que solo alguien dotado con talento y formación exquisita es capaz de generar. Esto y mucho más representa Manolo Solo, un actor inolvidable que, si no existiera, habría que crearlo. Aunque esto último suene tópico. Aunque, como todos los tópicos, sea verdad.
Dos. Seguro que pocos recuerdan que formó un grupo musical, Los Relicarios, entre otros con el cineasta Santi Amodeo. Y que protagonizó el corto escrito y dirigido por el propio Amodeo y Alberto Rodríguez en 1998, Prólogo a una historia de carreteras. Un trabajo en el que ya estaban todos los que han conseguido hacer cine desde el sur, con lo difícil que era en aquellos años. Me refiero al director de fotografía Álex Catalán, al sonidista Daniel Zayas, al montador y director Paco R. Baños, a la productora Manuela Ocón, al montador José Manuel G. Moyano y a tantos más. Es decir, Manolo Solo empieza en esos años con este grupo, que con el tiempo, al igual que él, ha demostrado una pulsión creativa y vital única. Un grupo que se sale de los estándares a los que el audiovisual nos tenía habituados.
Tres. El horizonte creativo de Manolo Solo se ha cimentado en un trabajo meticuloso y detallista. Le daba lo mismo que fuera un papel relevante como un personaje anecdótico que tuviera apenas unas frases. Manolo Solo prepara a conciencia sus personajes. Su método de trabajo, hasta cuando hace los contraplanos, es darlo todo, estar dentro del personaje, con una honestidad por lo que hace que no es tan frecuente. Lo dicen directores que lo conocen bien, como los citados Santi Amodeo o Alberto Rodríguez, o guionistas como Rafa Cobos. Pensamos en su filmografía y comprobamos la composición orgánica de los personajes que ha creado. Manolo Solo no finge, no gesticula, no compone desde el artificio, cuando se impone tanto este recurso. Lo suyo es natural, orgánico, un modo de dejarse la piel y la mente en cada una de sus composiciones.
Cuatro. Además de trabajar con los cineastas con los que empezó: con Santi Amodeo en títulos como Astronautas, ¿Quién mató a Bambi?, El color de los animales (que estrenará el próximo año y donde compone un papel inolvidable junto a Jesús Carroza); o con Alberto Rodríguez en 7 vírgenes o La isla mínima; también se ha puesto en manos de cineastas tan consagrados como Víctor Erice en la reciente Cerrar los ojos; Fernando León de Aranoa en Amador y El buen patrón; Alejandro González Inárritu en Biutiful; Manuel Martín Cuenca en La flaqueza del Bolchevique o Caníbal; Daniel Monzón en Celda 211, y muchos más, sin olvidar que también ha trabajado con directores jóvenes como Roberto Bueso en Llenos de gracia o esa composición que realizó para su compañero Raúl Arévalo en Tarde para la ira, que le valió el Goya. Al margen de premios y reconocimientos, Manolo Solo es un estado que busca la excelencia en un oficio tan vulnerable y complicado como el de la interpretación.
Cinco. Como me comentaba Santi Amodeo al teléfono, trabajar con él siempre suma y aporta; es un actorazo que no se parece a nadie. O Rafa Cobos, que me confiesa el nivel de cultura y formación para ir más allá, para alcanzar un estado profundo en los seres que pone en liza. Y si su nivel de conocimiento es exquisito, esto se traslada y lo demuestra en sus personajes. Solo hay que ver la reciente serie creada por Diego San José, Celeste, donde da vida a un fotógrafo de prensa de famosos, o el personaje protagónico que elabora en Una quinta portuguesa, de Avelina Prat, un personaje delicado y complejo que borda con una sensibilidad que está en extinción, además de ser una de esas historias de amor elusivas, junto a María de Medeiros, que ojalá convoque al público que merece cuando se estrene el próximo año.
Seis. Manolo Solo es un actor luminoso, que mejora con su búsqueda los personajes a los que insufla vida. Porque lo suyo no es simplemente registrar los sentimientos, es hacer que nos lleguen de un modo único, inolvidable, con toda la fuerza de la naturaleza.
Licenciado en Historia y Comunicación, Miguel Ángel Oeste (Málaga, 1972) acaba de reeditar en versión revisada Perro negro (antes, Far Leys, 2014), en torno a la figura del malogrado genio del folk británico Nick Drake. Es autor de las novelas Bobby Logan (Zut, 2011), Arena (Tusquets Editores, 2020), que obtuvo el Premio Memorial Silverio Cañada en 2021, y Vengo de ese miedo (Tusquets Editores, 2022, premio Finestres de narrativa en 2023). También le asiste experiencia en el ámbito de la literatura infantil y juvenil con los títulos Carlota quiere leer (Anaya, 2020) y Sofía, la hormiga sin antenas (Anaya, 2022). Forma parte del Comité de Dirección de cine del Festival de Málaga y es director de la Semana de Cine de Melilla.