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A medio camino entre la comedia romántica, de situación, dramática y el costumbrismo, el alma de Amigos hasta la muerte –el debut tras la cámara de Javier Veiga en el largometraje– contiene aquello que defendía Howard Hawks: que toda comedia es a la vez una tragedia. Habla de la muerte a través de la amistad, y lo hace, según el autor, "buscando un punto melancólico y tierno que fuera a la vez luminoso”. El trío protagonista lo integran Marta Hazas, Mauricio Ochmann y el propio Javier. Y, como en la serie Pequeñas coincidencias, Hazas y Veiga logran esa cima emocional que recuerda a parejas eternas y atemporales como Katharine Hepburn y Spencer Tracy, o la propia Hepburn y Cary Grant. Rodar historias divertidas, con corazón y que conmuevan a la gente no es tarea fácil, pero Javier redondea una obra nostálgica, emotiva, lúcida.

Desde hace años, el Festival de Málaga viene dando a conocer directoras que exploran nuevos relatos y sensibilidades. A Cinco lobitos, de Alauda Ruiz de Azúa; Las niñas, de Pilar Palomero; Verano 1993, de Carla Simón, o Las distancias, de Elena Trapé se suman ahora las Biznagas de Oro para la ópera prima de Estibaliz Urresola (20.000 especies de abejas) y, en el lado latinoamericano, la panameña Las hijas, de Kattia G. Zuñiga. Admira de 20.000 especies... su madurez, su complejidad emocional sin maniqueísmos, ese enjambre humano que pone en escena la directora para hablar, claro, del gran tema de este siglo: la identidad. Nos coloca frente a los miedos que cualquier persona esconde en su búsqueda por reconocer la libertad de elección en un entorno conservador. Sensible, expresiva, poniendo el acento en lo cotidiano y lo costumbrista para sacar a la luz una profunda humanidad, lo admirable de esta historia es la capacidad para que escuchemos y entendamos en una sociedad con un zumbido ensordecedor.

Desde su debut en 2003 con La flaqueza del bolchevique, en la que de paso descubrió el talento de la actriz María Valverde, el cine de Manuel Martín Cuenca se ha caracterizado por detectar lo anómalo bajo la armoniosa superficie de lo convencional. Es de los que desarticulan etiquetas aparentemente férreas, como documental o ficción, comercial o independiente, heterodoxo o convencional, para sumirnos en el desconcierto y la fascinación de aquello que no sabemos situar del todo. Le hemos preguntado por sus influencias y nos menciona Cielo negro, El sol del membrillo, Mientras haya luz, O que arde y al pionero Segundo de Chomón. Como en estos títulos, el cine de Manuel Martín Cuenca nos enfrenta como espectadores a lo que tanto nos esforzamos por ignorar, y lo hace mediante una atracción única que se convierte en una experiencia vital.

Hace apenas un par de semanas Alauda Ruiz de Azúa estrenó en Netflix su segunda película, 'Eres tú', una comedia romántica con toque fantástico escrita por Cristóbal Garrido y Adolfo Valor, que se separa de su deslumbrante debut, 'Cinco lobitos', pero con la que demuestra que es una directora que sabe mirar (y hacerlo con propósito y energía) con independencia de que sea un proyecto personal o un encargo. Con este pretexto le hemos pedido que nos revele las películas que de un modo u otro le han marcado como persona y también a la hora de convertirse en la cineasta que es. Entre las escogidas encontramos desde 'Cría cuervos' (Carlos Saura, 1976) a 'En la ciudad' (Cesc Gay, 2003), la almodovariana 'Todo sobre mi madre' o el segundo largo de Isabel Coixet. Pero lo mejor es leer este artículo/homenaje/testimonio en su totalidad...

La cultura es un fiesta que nos humaniza. Y a pesar de la conquista de las numerosas pantallas con las que lidiamos día a día, ninguna posee el poder de la gran pantalla de cine, esa pantalla luminosa en una sala oscura que nos seduce con historias que influyen en las vivencias de cada uno de nosotros. Este es quizás uno de los puntos esenciales de los festivales de cine, como el de Málaga: potenciar el hechizo del séptimo arte para lograr que los pesares cotidianos sean más llevaderos. Que te olvides de la realidad hostil, porque la sala oscura te envuelve por medio de la proyección. El cine como una manera de entender otras situaciones, de hacernos más libres, más tolerantes, más comprensivos. Y, también, como un modo de hacer más habitable la realidad.

“Es lo más parecido a soñar que podemos hacer estando despiertos: esa oscuridad que nos aísla del mundo, esas luces en movimiento que nos atrapan sin remedio, esa sensación de estar viviendo inmóviles una aventura que escapa a nuestro control". Así describe el cine Ignacio Martínez de Pisón, escritor y guionista aragonés (aunque afincado en Barcelona), buen conversador, curioso, metódico, generoso, amigo de sus amigos. Un escritor sin ego al que todo el mundo que conoce quiere. Ahora que estrena su novela Castillos de fuego, una ambiciosa ficción coral a través de personajes inolvidables en el Madrid de 1939-1945, hemos preguntado al autor de 'Carreteras secundarias' o 'El día de mañana' por sus cinco filmes españoles favoritos. Que son, sin orden específico, 'El verdugo', 'Calle Mayor', 'Viridiana', 'El espíritu de la colmena' y 'Belle epoque'.

'Doctor en Alaska', ahora que la recupera Filmin, era y es un milagro del que debería aprender esta sociedad acelerada. Es imposible que ese choque de visiones sobre cómo estar en el mundo no te haga sonreír y reflexionar sobre el amor, la amistad o las aspiraciones. En los años noventa, mientras mis amigos salían de marcha los fines de semana, yo me quedaba en mi habitación para viajar a Cicely, el lugar que mejor representaba el paraíso, ese refugio en el que lo importante es vivir. Parafraseando al escritor Juan Bonilla, ojalá hubiera una agencia de viajes dedicada a convertir la ficción en vida. En tal caso, yo viajaría a esta serie que le da una bofetada a la realidad reciente, pues debajo de esa aparente amabilidad y su tierna excentricidad hay una postura vital muy humana y verdaderamente arriesgada.

La última película de Santi Amodeo, Las gentiles, es una de las más brutales del pasado año. De esas en las que se nota que el cineasta se juega la vida, una de esas historias que te cortan el aliento. África de la Cruz y Paula Díaz son las dos jóvenes actrices que descubre Amodeo para una cinta magnética en la que el espectador percibe esa oralidad verosímil de la calle, esas confidencias de las protagonistas cuando hablan y también cuando callan. Santi acumula ya un buen número de títulos cargados de originalidad, poblados de seres en lucha abierta con eso que tendemos a llamar normalidad. Las suyas son historias personales, arriesgadas y a veces a contracorriente, pero realizadas desde una independencia insobornable.

Ahora que se avecina San Valentín, confesémoslo: ¿quién no iba al cine o alquilaba comedias románticas para ver juntos? De eso vamos a hablar, de comedias que te parten como un rayo entre la sonrisa y el suspiro. La comedia trata sobre superar los golpes que te regala la vida y buscar un ideal que no sabemos si realmente se llegará a representar, y algunas de las películas más taquilleras de las últimas décadas han sido comedias románticas. Seguramente porque abordan historias de personajes que tratan de vencer sus traumas, junto a momentos que alientan un estado de ánimo gozoso, inolvidable, entusiasta, que contagia al espectador. ¿Qué más queremos?

Luis Buñuel afirmaba que “con la imaginación nunca se peca”. Carlos Saura, Goya de Honor 2023, hizo de esta máxima un camino que ha transitado durante más de seis décadas. Y menos mal que siempre fabuló, porque las primeras intenciones de Saura fueron diseñar motos y coches y hasta soñó con ser un atleta de los 400 metros lisos. Que la Academia de Cine otorgue a este cineasta, escritor, fotógrafo, dibujante, director de escena y amante de los musicales el Goya de Honor “por su extensa y personalísima aportación creativa a la historia del cine español desde fines de los años 50 hasta hoy mismo” resulta evidente, porque estamos ante uno de los mejores directores de cine no solo español, sino universal; y no solo de hoy, sino de todos los tiempos. Y para ello solo hay que volver a ver su debut, o La caza, o La prima Angélica, filmes de una modernidad que el tiempo se encargará de vindicar.

Resulta llamativo que la mayoría de las plataformas tengan pocos títulos clásicos en su catálogo, e incluso las televisiones generalistas cada vez programen menos cine clásico. La tendencia es buscar la novedad, como si mirar hacia atrás generara alergia. Menos mal que disponemos de FlixOlé para recuperar los clásicos del cine español. De los cuarenta sugiero recuperar la particularísima trilogía de Edgar Neville, que se cita menos de lo que debiese. En los cincuenta elegimos ‘Surcos’ (José Antonio Nieves Conde, 1951) y ‘El cebo’ (Ladislao Vajda, 1958). Y los sesenta están marcados por títulos que se pueden considerar obras maestras; no ya del cine español, más bien del cine. Si no, ¿qué me dicen de ‘Viridiana’, ‘El verdugo’ o ‘El mundo sigue’? Completemos: Erice, Borau, Chávarri, Zulueta, Trueba, Almodóvar, Aranda, Amenábar, De la Iglesia, Medem, Bollain o el tristemente desaparecido Villaronga.

A nadie extraña a principios de año que cada uno de nosotros escriba en su libreta mental los deseos a los que aspira durante los próximos meses. Desde comer mejor a tener continuidad a la hora de hacer deporte, desde programar viajes a aprender o mejorar el inglés, desde ser más comprensivo y no criticar a los demás a usar menos el teléfono móvil, desde reír más e intentar ver siempre el vaso medio lleno y no medio vacío, a aprender a decir que no. Y desde leer más libros o tebeos a ver más películas y series de televisión. Y en este sentido, se avecina un buen año de ficciones que nos facilitarán esa vida más calmada y conectar con el que somos. Aquí repasamos las principales: directoras, directores, productores tras la cámara... el debut como realizador de Mario Casas o el regreso esperadísimo de Víctor Erice.

¿Qué mejor que ver y comentar una película en familia, apretados en el sofá, palomitas y manta? Una película, claro, que retrate el ánimo navideño. Pero ese retrato ha cambiado su enfoque a lo largo de las décadas. En las cintas de Navidad predominan personajes con mala suerte, solitarios, soñadores, idealistas... Personajes buenos que se olvidaron que eran buenos y actúan como malos. La Navidad no siempre es dulce. Aunque el objetivo de la mayoría de las historias sea mostrar la parte sensible y buena del ser humano, después de un año con tantas historias oscuras o simplemente reales.    

Si terminan de cenar en familia y luego se ponen todos delante de la televisión y no saben qué ver, no se preocupen: en este texto encontrarán respuestas. Les hemos preguntado a actrices, actores, guionistas y directores qué película familiar recomendarían para estas fechas. Y aportamos las sugerencias de Marta Hazas, Violeta Salama, Javier Veiga, Javier Pereira, Xavi Puebla, Santi Amodeo, Eloy Azorín o Alfonso Bassave. En este artículo se detallan sus sugerencias y los argumentos que las sustentas. ¿Quién se apunta a un pase especial de alguna de estas pelis?

Esta semana me invitaron a dar una charla sobre cine a unos niños de cuarto de primaria. Tenemos tan interiorizado que una película o serie no se rueda en continuidad temporal que, cuando se lo dije a los chicos, estos se sorprendieron y empezaron a preguntar pero cómo es posible y hasta hubo más de uno que no se creyó lo que les decía. Les conté que cualquier escena, por sencilla que fuese, está repleta de detalles, y que la script es quien cuida de ellos, y que precisamente esos detalles otorgan verosimilitud a lo que se narra. Y, ya puestos, les dije que lo tuvieran presente en sus acciones, que en los pequeños detalles está gran parte de las alegrías de la vida. Aunque, para ser francos, la clase me miró como a un alienígena...

Durante la década de los sesenta y las siguientes, los críticos de cine tenían un prestigio que en el siglo XXI se ha perdido con la facilidad con que un refresco pierde el gas. Y, por extensión, la utilidad de la crítica y la percepción que los espectadores tienen de los críticos. ¿Por qué ha perdido fuerza la crítica? ¿En la actualidad sigue teniendo sentido? Sin duda, sí. Los críticos indagan sobre las posibilidades del lenguaje visual y escrito, buscan mediante la autocrítica y el análisis, asocian el cine con otras disciplinas artísticas, profundizan y se bifurcan en los caminos que exponen, con independencia de que se esté o no de acuerdo con ellos. Ejercer la crítica es jugar, mantener la capacidad de asombro, recuperar la inquietud de la vida por el descubrimiento cuando se es un niño desprejuiciado.

La literatura de Almudena Grandes está llena de amor por la vida. La condición humana no escapa a ellas. En sus novelas, reflejaba los deseos de hombres y mujeres con una mirada audaz, alejada de cualquier postura timorata, adelantándose siempre a unos tiempos algo grises.  Tal vez este sea uno de los motivos de que muchos de sus libros encontraran adaptaciones a la gran pantalla. Los cineastas encuentran en sus páginas esa vida fuera de los estereotipos que desean materializarse en imágenes que se queden grabadas en la tierra. Justo el lugar donde permanece y permanecerá Almudena Grandes, más allá de las novelas y de las adaptaciones que estén por llegar.

'¡García!', primero el tebeo y ahora la tele, es un 'thriller' satírico-político para deconstruir el relato de nuestro país desde la desmitificación. Que Eugenio Mira haya escogido como protagonistas a Veki Velilla y Francisco Ortiz, dos intérpretes poco conocidos para el gran público, ya indica una forma de hacer las cosas. Este hecho otorga frescura y favorece la empatía porque ambos se ajustan como un guante a sus personajes: la becaria periodista que busca su gran historia y el agente congelado. En ese agente García subyace la naturaleza trágica del personaje, fuera de su época y del mundo que conocía, más triste que triunfalista.

No hay mejor forma de recordar a un creador que regresar a su obra. De ahí que nada como ir a Filmin y ver su película póstuma, 'Lugares a los que nunca hemos ido', para descubrir y añorar a Roberto Pérez Toledo. Era una persona sin máscaras. Y eso no es demasiado frecuente. Hablaba con sinceridad y coherencia, la misma que volcaba en su filmografía. Lo suyo era mostrar la vulnerabilidad de cualquier vida y hacerlo con una mirada desnuda, sin añadidos. No hay conservantes en su cine. Apeló siempre a la búsqueda de los sueños que tiene cualquier persona, a los problemas de las relaciones humanas y a su profundo amor por la vida.

Tras su paso por San Sebastián coinciden en la cartelera dos películas que hablan de nuestro tiempo, de los miedos e incertidumbres que nos pueden llevar a la destrucción, pero también a la constatación de que el ser humano es su cuerpo y su deseo, y acaso no puede ni debe someterse a la violencia de patrones que socialmente se repiten. esas historias son Girasoles silvestres, de Jaime Rosales, y Un año, una noche, de Isaki Lacuesta, y en el corazón de cada uno de sus personajes sobresalen los miedos más universales que alberga cualquier persona. Esos miedos que no nos abandonan, pero que quizá es bueno identificar

Javier Pereira no ha parado de demostrar capacidad para componer personajes complejos, al límite, con veracidad y una humanidad sin imposturas muy difícil de lograr. Ahora ha sentido la pulsión de ponerse detrás de las cámaras y 'Suelta' se convierte en el primer cortometraje que dirige, pero parece que lleve toda la vida haciéndolo. El debut de Pereira explora y reproduce las reglas del género para llevarlas a otro lugar y, también, claro, para que nos replanteemos lo aprendido como individuos y como sociedad. Con elegancia y fuerza expresiva, la nueva mirada de Javier reformula el relato que hemos aprendido y debemos reescribir.

El estreno de Santo, la serie creada por el guionista Carlos López para Netflix, nos sirve de excusa para hablar de Raúl Arévalo. ¿Por qué es tan grande este hombre? Poque hace que cada espectador sitúe la mirada donde él quiere, y eso solo lo consiguen los actores con un talento dramático innato. De ahí su naturalidad y valor a la hora de estar y de ser. De ahí que escape a cualquier etiqueta. De ahí que su fuerza continua e invisible forme parte de un ritmo interno preciso y sólido compuesto por acordes bellos y también turbios. Porque refleja las hondas contradicciones humanas de unos personajes a los que transforma en seres de verdad.

El estreno de 'Modelo 77' nos sirve de excusa para hablar de uno de los artistas españoles que mejor sabe apropiarse de sus personajes y hacerlos crecer. No descubrimos nada si decimos que Javier Gutiérrez es uno de los intérpretes más solicitados y respetados de nuestro país en la actualidad. Sin embargo, este reconocimiento lo ha logrado después de años de batirse con colaboraciones y papeles secundarios. Después de años siendo un modelo de actor. Después de muchos años demostrando sin descanso y con voluntad de hierro ese talento que exuda, que hace creíble cualquier personaje.

 

'Tú no eres especial', la serie de Estíbaliz Burgaleta para Netflix, toma la adolescencia como esa etapa de retos y dudas, una especie de viaje emocional para cualquier chico o chica. Escanea ese periodo en el que todos aspiramos a ser eternos y especiales, y apuesta por la sencillez para transmitir lo complejo y el revoltijo de emociones que se da entre los personajes. Los encarnan Dèlia Brufau (Amaia, la protagonista), Óskar de la Fuente, Ainara Pérez, Jaime Wang o Gabriel Guevara, y todos estos jóvenes son puro desparpajo, atractivo y originalidad.

¿Te imaginas que una noche te acuestas viendo el penúltimo capítulo de 'Rapa' y al día siguiente te encuentras con que Movistar no funciona? Desconcertado, intentas acceder a Netflix, HBOMax, Amazon Prime Video, Filmin, Apple TV… y nada, ninguna plataforma funciona. ¡Es el fin del mundo!, gritarán unos, mientras que otros vocearán: ¡Es un nuevo mundo! Los suscriptores caen y eso provoca que las plataformas recorten en todos los sentidos y que su modelo de éxito con la pandemia se tambalee. Imaginemos que se vuelven a poner de moda los videoclubes como sucedió en los ochenta. Y, ya puestos, fantaseemos con que el público acude de nuevo en masa al cine a perderse de la realidad durante un par de horas.